Innovación Legal
07 noviembre 2022
La innovación fracasada
Por Jordi Estalella
TWITTER @jordiestalella
Los balbuceos de la legaltech se produjeron en el primer lustro de la pasada década arropados por la eclosión de internet y un interés renovado por la investigación sobre la inteligencia artificial. A partir de la crisis económica de 2007, el fenómeno de la tecnología legal experimentó un crecimiento sin paralelo generando un ecosistema donde profesionales de la abogacía, avezados emprendedores de otros sectores e inversores polinizaron ideas con recursos y esparcieron una miríada de semillas que, irrigadas convenientemente, fructificarían en algunas de las aplicaciones legaltech que hoy encontramos en el mercado.
Hasta aquí, la cara amable de la historia. Sin embargo, el devenir de la tecnología en el sector legal tiene una parte sombría que no suele contarse: muchas de aquellas ideas jamás llegaron a materializarse y un número significativo de las aplicaciones que llegan al mercado no sobreviven o no logran la aceptación o rendimiento esperado. Es la historia de la innovación fracasada.
Esta cara de la historia es inextricable de la evolución de las organizaciones y hunde sus raíces en unas expectativas desmesuradas en el progreso tecnológico. Basta una mirada a vuelo de pájaro sobre los diarios especializados para descubrir titulares que anunciaban abogados y jueces robots, sentencias automáticas, máquinas a las que arrojas los hechos y expenden demandas o despachos New Law con una aureola revolucionaria.
Un examen retrospectivo de estos últimos quince años demuestra que nada de lo anterior ha sucedido y que, una vez más, se ha cumplido la máxima de Amara según la cual tendemos a sobrestimar los efectos de la tecnología a corto plazo mientras que subestimamos sus consecuencias a largo plazo. Desde luego no estoy negando que se hayan producido innovaciones interesantes en el sector legal, sino que estas han quedado bastante por debajo de las expectativas proyectadas inicialmente.
Así, las herramientas de legaltech más extendidas en los despachos se están utilizando para automatizar ciertos documentos, facilitar la imputación de horas, gestionar los contactos comerciales y procesar los datos financieros. En las asesorías jurídicas de empresa las aplicaciones de firma digital y el software de gestión de contratos son las más demandadas.
Todas esas herramientas mejoran la eficiencia y la productividad, pero no pueden calificarse de disruptivas y quedan muy lejos del ilusorio nivel de inteligencia y automatización que les atribuyen aquellos titulares y evangelistas tecnológicos.
Jordi Estalella
Socio de LoisCounsel
TWITTER: @jordiestalella