11 marzo 2019

La innovación no es para los domingos

Barbara RomanPor Bárbara Román
TWITTER @NoLegalTech

Seguro que has escuchado hablar sobre Zygmunt Bauman y su concepto de modernidad líquida, explicando desde la sociología el funcionamiento moderno de la sociedad. Y es que todo cambia para nosotros, desde que salimos aquel día de la caverna, con una diferencia “moderna”: la velocidad. Ya sabemos que todo se va transformando a nuestro alrededor pero poco a poco este nuevo paradigma empieza a colarse en instituciones que hasta la fecha se creían “sólidas”: las relaciones personales, el trabajo, las organizaciones. Dicen que gracias a las apps es más fácil tener sexo que encontrar a alguien para tomar un café, internet ha conseguido que trabajemos codo con codo con gente que ni conocemos, y algunas empresas empiezan a darse cuenta de que sus roles organizativos se han quedado obsoletos. Los jefes ya no mandan, ahora mandan los equipos. Y en el sector legal, ¿qué pasa? Nada más conservador que los modelos de despacho tradicional o negocios asimilados en muchas ocasiones a un oficio artesanal con maestros y aprendices. ¿No ha empezado aún el camino hacia los despachos líquidos en el sector legal?

Van llegando cambios, aunque sean pocos. Imagina un despacho donde se valoran los resultados, pero por encima de todo se valoran los procesos que contribuyen a conseguirlos. Si no le pides un plan estratégico a cinco años al colegio de tus hijas, o a la panadería de la esquina, ¿por qué hacerlo con tu empresa en un entorno donde todo se mueve más rápido que tú? Innovar es fluir, y la abogacía debe aprender a hacerlo también. Ya está ocurriendo en otros sectores, como el sanitario, el tecnológico o el industrial, que avanzan a pasos de gigante, así que por un momento piensa cómo sería una abogacía que fluye. Un abogado, o dos, o siete despachos, capaz de formar equipos multidisciplinares en función de cada caso que asuman, que se vayan haciendo y deshaciendo una vez terminado el asunto para ir variando y afrontando los siguientes. Nuevos perfiles en los equipos, desde informáticos o psicólogos a arquitectos, que aporten una visión 360º para abordar de manera eficaz los problemas de los clientes. Alianzas estratégicas entre profesionales, con procesos simples compartidos que ayuden con ahorro de costes, y la tecnología como herramienta para conseguirlo. La posibilidad de adaptar el tamaño del equipo a las necesidades concretas de cada cliente, adaptarse para competir en un mercado internacional, transformar a nuestros abogados en profesionales ágiles y flexibles en un momento en que todo se encuentra en constante cambio. Abogados líquidos y sólidos, compartiendo valores y conocimiento. Molaría bastante ;)

Hace poco un abogado “sólido” me contaba que “la innovación es para los domingos”, porque es el único día que no estás trabajando duro en tu oficina. Innovamos en nuestro tiempo libre, como un experimento, y seguimos creyendo que los cambios sociales no nos afectan cuando la abogacía tiene como materia prima la condición humana. ¿Cómo encajar este pensamiento con la modernidad líquida de Bauman, que nos va a acabar empapando a todos? Evolucionando, igual que lo están haciendo las relaciones personales, el trabajo, o las organizaciones. Cuestiona lo que haces cada día, destripa tus procesos (los judiciales y los del despacho), intenta hacerlo distinto y mide resultados. Deja de entender la innovación como un conjunto de acciones sin control ni foco y aprende que innovar es un proceso más, al servicio de los despachos profesionales, como una herramienta. Otra de las ventajas de ser “líquido” es que, como en muchas otras cosas de la vida, el tamaño no es importante, y a veces la mayor inversión para empezar es tu fuerza de voluntad, no tus ingresos. Si eres un abogado solo o un despacho pequeño, lo cierto es que estás en mejor situación que otros para transformarte de forma ágil y flexible. Incuba, itera, cambia, experimenta, fluye, y ten en cuenta que los experimentos están bien para probar hipótesis, pero el objetivo tiene que ser obtener resultados empresariales concretos que mejoren tu día a día. Quizás algo tan sencillo como preguntar a tus clientes por sugerencias o ideas, reservarte un tiempo un jueves por la tarde para repensar tu ejercicio profesional, hacer una lista de problemas e intentar darte pequeñas soluciones, una llamada a ese compañero de profesión para intercambiar opiniones y un café, pasar por el Congreso de Valladolid en mayo a discutir con los ponentes…

¿La ventaja de fluir en la abogacía? Que muchas veces lo que consigues no es realmente lo que te propones, pero te aseguro que siempre aprendes. Me gusta mucho la reflexión de Replicante Legal en sus charlas sobre el tsunami que ya ha llegado a la abogacía, donde algunos están dando cera a sus tablas de surf. Si te quedan más de 10 años de disfrutar de tu profesión, no dominguees con la innovación y ponte las pilas, porque el nuevo paradigma va con todos.

Bárbara Román
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