Innovación Legal
22 marzo 2024
La joven abogacía y los pasantes GPT
Por Jorge Morell
Llevamos más de un año hablando de inteligencia artificial (especialmente generativa) y su impacto en el sector legal: para generar escritos, revisar demandas, mejorar las búsquedas, crear borradores, sugerir cambios y otras muchas funcionalidades.
También se ha analizado múltiples veces el potencial impacto en la profesión y la Administración de Justicia: redacción de sentencias automatizadas en asuntos de escasa complejidad, soporte para análisis de grandes volúmenes de datos en due diligence o incluso la sustitución del profesional por un programa que sea capaz de realizar algunas de sus tareas de forma incansable y considerablemente más rápida.
En ese último punto creo que merece la pena detenerse a efectos de analizar algo más el impacto en la joven abogacía, su acceso al sector legal y el desarrollo de su carrera profesional.
¿Cómo podría afectar a los jóvenes abogados la inteligencia artificial, no en el sector legal en general, sino en su acceso a la profesión, su formación inicial y primer desarrollo profesional?
Quizá el pensamiento más común ahora no es tanto que el abogado será sustituido por una inteligencia artificial, sino que el abogado que sepa usar la IA es el que probablemente te sustituya.
Sin embargo la tecnología no deja de avanzar y un reciente estudio de este 2024 apunta directamente al riesgo que los jóvenes abogados deberán afrontar.
Según el artículo Better Call GPT, Comparing Large Language Models Against Lawyers (“Mejor que llames a GPT, comparando a grandes modelos de lenguaje con abogados”), si uno compara los grandes modelos de lenguaje (LLM) y las tareas más tradicionales de abogados juniors, seniors o los especialistas en procesos externos (LPO), los LLM son capaces de superar a los humanos en precisión, velocidad y rentabilidad durante la revisión de un contrato, por ejemplo.
Es decir, los modelos avanzados igualan o superan la precisión humana a la hora de determinar cuestiones legales. De hecho, en velocidad, los LLM completan revisiones en cuestión de segundos, eclipsando las horas requeridas por sus homólogos humanos. En cuanto a los costos, los LLM operan a una fracción del precio, ofreciendo una asombrosa reducción del costo del 99,97 por ciento en comparación con los métodos tradicionales.
En el caso concreto donde se comparan a los LLM con abogados juniors y perfiles externalizados o LOPs, a la hora de determinar potenciales problemas legales en un contrato GPT4 solo quedó por detrás del LPO. El junior quedó en tercer lugar.
En el momento de localizar problemas legales concretos, el LPO de nuevo ganó, GPT4 quedó segundo pero el junior solo alcanzó el quinto lugar.
Por tanto, aquí los jóvenes abogados pueden defenderse todavía bastante bien y de hecho suelen ser mejores en precisión a la hora de identificar y localizar un problema concreto.
Ahora bien, cuando se comparan sus números a nivel de velocidad o costes las diferencias son masivas. La IA tarda entre 2 y 4 minutos mientras que el junior o LPO requiere mínimo una hora. Por otro lado, el coste por documento en GPT4 o derivados es de céntimos mientras que entre un junior y un LPO estaríamos hablando de 36 a 74 dólares.
Claro, estos resultados no son sólo estadísticas, sino que apuntan a un potencial cambio sísmico en la práctica jurídica ya que ahora mismo un junior está siendo desafiado en la revisión de contratos legales, una de las tareas más típicas de los profesionales que comienzan.
Y solo estamos en los inicios.
¿Significa eso que debemos dejar de contratar a jóvenes abogados y poner solo becarios GPTs? Para nada, pero sí sugiere que a 5-10 años vista el acceso a la profesión, especialmente en determinados niveles de la abogacía, puede ser considerablemente distinto y habrá que empezar a repensar los planes formativos de jóvenes profesionales: centrarse en otro tipo de tareas, analizar si los “atajos” de la IA condicionan la obtención de conocimiento luego relevante o si la falta de trabajo en “trinchera” acomoda el cerebro jurídico de muchos jóvenes juristas.
Pero también el joven abogado debe empezar a pensar qué implicará para su futuro: quizá convendrá potenciar otras habilidades menos fácilmente sustituibles, profundizar en la capacidad de análisis crítico o abrazar esas IAs para hacerse fuerte desde ellas (viéndolas como aceleradores, más que como pura competencia).
Y en cualquier caso, pensar que tanto firmas como jóvenes profesionales quizá deban hacer frente a un cambio serio en ese primer estadio de la profesión en el medio – largo plazo: menos puestos ofrecidos por las firmas, menor número de horas dedicado a determinadas habilidades y en el fondo una necesidad de reinventarse casi desde el inicio.
Abran hueco a los pasantes GPT.