13 mayo 2022

La transformación de los servicios legales – Los servicios legales gestionados

 Manuel Fernández Condearena Por Manuel Fernández Condearena

Se ha escrito mucho, y bien, sobre la transformación de la profesión de abogado, con algunas reflexiones muy interesantes que tener en cuenta. También se ha escrito bastante sobre la transformación de los despachos y las asesorías jurídicas. En todos estos temas el lector debe adoptar una actitud de cierta crítica sana para distinguir lo que vendrá de lo que podría haber venido, y lo que sucede de lo que desearíamos que estuviera sucediendo.

Comparativamente, se ha escrito bastante menos sobre la transformación de los servicios legales, la transformación del delivery como suele referirse en inglés, que podemos explicar sencillamente como la transformación del qué, el quién y el cómo en los servicios legales.

La transformación del qué se aprecia en primer lugar en el propio asesoramiento legal. El conocimiento abstracto ya no es suficiente, y los clientes nos demandan que demos dos pasos adelante: por un lado, que ajustemos ese conocimiento a su concreto sector de actividad, recogiendo el impacto específico de nuestro asesoramiento; por otro lado, que más allá del puro asesoramiento, como se suele decir coloquialmente, nos “mojemos”, nos pongamos en el lugar de nuestro cliente, demos una opinión sincera. En segundo lugar, la transformación afecta al objeto de nuestro asesoramiento, que en ocasiones pasa de asesorar sobre cómo deben hacerse las cosas a hacerlas directamente. Es algo que siempre se ha venido produciendo en determinados servicios legales, por ejemplo, en las secretarías de filiales, donde en vez de asesorar al cliente sobre lo que debe hacer, es frecuente preparar directamente la documentación legal y asistir al cliente en su presentación y depósito en el Registro Mercantil.

La transformación del cómo está íntimamente ligada a la del qué, como es lógico. Aquí podemos traer a colación esa queja de cliente, que ha tenido eco en multitud de artículos, sobre cómo es posible que encargando una pizza de 15 euros haya información puntual sobre en qué estado del proceso se halla la pizza en cada momento, mientras en un proyecto de asesoramiento de 15.000 euros no se tiene mucha más información que el arranque del proyecto, la fecha estimada de entrega, y el cierre. En mi opinión, este es uno de los cambios más relevantes: el cliente está sometido a una fuerte presión para estar más cerca del negocio, y una de las respuestas que debe ofrecer es tener una información detallada y permanente sobre el estado de los asuntos en los que ayuda al negocio. Necesita eficiencia, métricas, control del riesgo de cada asunto y proyecto. Son necesidades que se le plantean de forma interna, pero que nos afectan directamente a los abogados externos, que debemos ser sensibles a las mismas. Eso nos lleva al servicio legal gestionado, un servicio en el que no solo ha evolucionado el objeto, de puro asesoramiento a delivery, sino que adicionalmente aparece una capa de gestión en la que aportamos al cliente toda la información que pueda precisar para que sepa en cada momento en qué estado se encuentra su “pizza”. El posicionamiento de la asesoría jurídica como socio estratégico del negocio y de la organización, que requiere dedicar sus recursos, limitados cuando no escasos, a asuntos más críticos y estratégicos, lleva necesariamente a un ejercicio de “qué dejar de hacer”, a una valoración de la externalización de determinados servicios en forma de servicios gestionados, que permiten el delivery en condiciones eficientes y con información de gestión tan rica o más que si se hiciera el servicio internamente.

Y así llegamos a la transformación del quién. Todos los abogados estamos ahora, en mayor o menor medida, en proceso de transformación de nuestras habilidades, conocimientos y forma de trabajar, como lo están también los despachos y asesorías jurídicas en su mayoría. Los servicios legales gestionados tienen la peculiaridad de que exigen un determinado perfil en el prestador del servicio, una combinación de equipo, que integre: abogados, especialistas en proceso y tecnólogos; tecnología, con la flexibilidad de poder adaptarse a la del cliente, utilizar la propia o buscar combinaciones de ambas; y metodología. Esto supone que no todos los prestadores de servicios legales pueden ser directamente prestadores de servicios legales gestionados.

Y aunque no lo habíamos listado entre los interrogantes, si entramos al porqué de los servicios legales gestionados encontramos, como para todos los servicios, una necesidad antecedente de nuestros clientes: atender determinadas necesidades de servicio legal con presupuestos ajustados, necesidad que el modelo tradicional de despacho no alcanza a cubrir. Se trata de servicios que en ocasiones se prestaban internamente, con gran coste de oportunidad para la asesoría jurídica, que no podía dedicarse a asuntos de mayor importancia, y en otras ocasiones directamente no se hacían porque no había equipo interno que lo pudiera ejecutar ni equipo externo al que encomendarlo a un precio sostenible.

En definitiva, se trata de no acomodarse a la forma en que tradicionalmente prestábamos el servicio, de ayudar a nuestros clientes a afrontar sus nuevos retos con una nueva forma de aportarles valor por medio de los servicios gestionados, explorando las posibilidades que nos ofrecen las nuevas metodologías y formas de trabajar, la tecnología y el enfoque multidisciplinar.

Por Manuel Fernández Condearena

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