Innovación Legal
17 junio 2024
Legal tech: el nicho de mercado en el que los abogados tenemos mucho que aportar
Por Rocío Ramírez
Recientemente Gartner compartía su predicción para el sector legal tech.
La consultora vaticina que en 2027 el mercado de la tecnología legal estará valorado en la nada desdeñable cantidad de 50 billones de dólares.
Y el key driver es la AI Generativa.
Debo reconocer que la noticia me dejó atónita. Y desde que la leí, no deja de rondarme la cabeza, porque definitivamente, hay muchísimo por hacer.
La llegada de Chat GPT ha revolucionado al sector legal. Desde entonces, no hay un solo evento que reúna a profesionales del sector en el que la IA generativa no haya sido trendic topic. Y Copilot, ha terminado de poner la guinda al pastel.
No cabe duda que esta tecnología propone un escenario completamente impensable hace un par de años. Permite resolver necesidades propias del sector que no podíamos terminar de solventar con las herramientas que hasta el momento contábamos. En una industria en la que los servicios que se ofertan, se nutren principalmente de un componente intelectual o cognitivo y exigen de expertise jurídico para su desempeño, está claro el potencial que ofrece. Así que no son de extrañar las previsiones de Gartner.
Pero la implantación de la IA Generativa en el sector es aún muy incipiente. Y si en dos años va a ser la clave para que la industria de la tecnología legal alcance tan astronómicas cifras, va a hacer falta mucha fuerza motora.
Aunque aún estamos en una fase tan inicial que cuesta mucho imaginar qué futuro nos espera, desde hace un tiempo está ya en marcha una vertiginosa carrera por el desarrollo de soluciones tecnológicas de última generación que resuelvan necesidades o pain points históricos del sector legal.
Porque la industria legal tech va de eso, de resolver necesidades o problemas de los profesionales jurídicos a través de la tecnología.
Y probablemente os estaréis preguntando ¿y qué papel jugamos los abogados aquí?, ¿pero esto no es cosa de las tecnológicas?, ¿qué pintamos en el astronómico crecimiento de esta industria?
Pues uno esencial, el de trasladar precisamente esas necesidades o problemas.
Nosotros somos el origen de todo. La causa raíz. El “why” de cualquier desarrollo.
Porque sin problema que resolver, no hay solución que construir, ni tampoco industria que pueda crecer.
Si bien la maquinaria comienza a funcionar a partir de ciertas hipótesis, asunciones o suposiciones sobre potenciales problemas o necesidades de la profesión, para que la solución tecnológica que se construya pueda llegar a ser exitosa, y que realmente nos aporte valor a los profesionales jurídicos, debe ser validada antes de empezarse el proceso de ideación, definición y desarrollo.
Comienza aquí un trabajo de campo en el que nuestra intervención es pieza clave, ya que seremos nosotros los que ayudemos a confirmar dichas suposiciones. Y para el caso de que no sean una necesidad o problema real, ayudaremos a invalidarlas evitando que se invierta esfuerzo, tiempo y recursos en soluciones que no nos sirvan.
Porque los tecnólogos tienen la capacidad de encontrar y construir las soluciones que precisamos, pero sin una aproximación clara y detallada al problema, difícilmente podrán dar con el resultado que precisamos.
Aunque no lo parezca, los abogados somos parte esencial de este proceso, y tenemos mucho que aportar.
Somos nosotros los que debemos explicar y describir con detalle cuáles son los inconvenientes que diariamente nos encontramos a la hora de gestionar nuestro trabajo.
Qué tareas no nos permiten avanzar de la manera que nos gustaría.
Dónde se generan los cuellos de botella.
A qué tareas y actividades dedicamos la mayor parte de nuestra capacidad y de nuestro tiempo, debiendo trasladar de forma detallada cuales son nuestras metodologías y nuestros procesos de trabajo.
Tan esenciales somos en este proceso de validación, que si no trasladamos correctamente el problema, si no lo describimos bien, difícilmente la solución podrá ser la adecuada.
Luego vendrán otros aspectos tan esenciales e importantes como pueda ser que la solución sea viable, si estaremos dispuestos a usar la herramienta que se desarrolle con dicho propósito, y lo más importante para la industria, si estaremos dispuestos a pagar por ello. Pero eso ya es harina de otro costal, que daría para mucha literatura adicional.
Lo más llamativo de todo, es que contrariamente a lo que pudiera parecer, en esta carrera no están involucrados de forma exclusiva los proveedores de tecnología legal. También están formando parte de ella los propios operadores jurídicos como despachos de abogados, asesorías jurídicas o ALSP.
La semana pasada asistía a un evento en el que el General Counsel y Head of Legal de dos multinacionales de primer nivel, presentaban el roadmap sobre el desarrollo de soluciones de GenIA en las que estaban trabajando de forma conjunta para resolver problemas internos de sus departamentos legales a la hora de generar documentos y revisar clausulados de contratos.
¿Abogados y roadmaps? Definitivamente, esto está cambiando, y mucho, además.
Para los que sea la primera vez que leáis/oigáis este concepto, en el desarrollo de productos, el roadmap es la planificación que se hace, dividida habitualmente por trimestres/semestres, de las funcionalidades que están previstas ir incorporándose al producto en los próximos 18, 24, 36 meses, por ejemplo, y sobre las que el equipo de desarrollo, deberá trabajar.
Es un concepto tan específico de los productos tecnológicos, que captó poderosamente mi atención su mención en una ponencia impartida por abogados.
Aunque debo admitir, que viendo el curso que está tomando la industria de los servicios jurídicos, en la que algunos de ellos ya se ofrecen a modo de producto, tampoco me parece tan descabellado el empleo de las metodologías propias del Product Management (que no Project Management), y del concepto roadmap dentro de la estrategia de servicios/productos de un despacho. Aunque claro está, con un enfoque y aproximación completamente diferente.
Retomando el tema que nos ocupa, el del desarrollo de tecnología legal, nuestro aporte puede no circunscribirse únicamente a describir nuestras necesidades, sino que también podemos colaborar de forma mucho más activa si tenemos ciertos conocimientos tecnológicos, que no de código o lenguaje de programación, que eso es muy diferente.
Conocer y entender de qué manera las distintas herramientas o tecnologías que nos ofrece el mercado nos pueden a ayudar a ser más eficientes, a automatizar nuestras tareas, como combinarlas, su potencial, sus limitaciones, o sus métodos de implantación, entre otros aspectos, ayudarán a empezar a modular y configurar ciertos perfiles híbridos, pudiendo aspirar a roles con background jurídico para desarrollo de productos digitales, que también son un plus a la hora de aterrizar el problema real y modular la solución, sobre los que los operadores de esta industria vayan a trabajar.
Otra cuestión que me inquieta de la predicción que hacía Gartner, es si está el sector legal tech preparado para alcanzar el valor que predice en tan solo dos años. ¿Hay suficientes profesionales para cubrir la demanda que el desarrollo de productos va a requerir? Y ya no hablo de ingenieros o desarrolladores. Hablo de otros perfiles básicos en este tipo de proyectos como puedan ser por ejemplo, los Product Managers o los Product Owners, perfiles propios del desarrollo de herramientas digitales.
El Product Manager es el responsable del desarrollo de un producto, identificando necesidades de los clientes/usuarios y requerimientos funcionales que la solución deba incorporar para resolverlos, priorizándolas, para que el equipo de desarrollo trabaje en ellas. Es además quien define la estrategia de producto. Y el Product Owner es quien se encarga de que todas las actividades necesarias para incorporar una determinada funcionalidad en una herramienta digital sean desarrolladas e implementadas de forma adecuada y cumpliendo con los criterios necesarios para su aceptación.
Sobra decir que si estos roles tienen cierto bagaje jurídico (y volvemos a los perfiles híbridos que referíamos antes), probablemente tengan mucho valor que aportar. Lo que me lleva a cuestionarme si tenemos aquí un nuevo nicho para perfiles jurídicos/tecnológicos, que hasta el momento se circunscribía a los legal engineers, cibersecurity experts, legal prompts engineers, legal data analyst, legal knowledge engineer, legal technologist, etc.
Muchas preguntas en el aire. Y todas ellas muy difíciles de responder con este entorno tan cambiante y vertiginoso que estamos viviendo. Pero a la vez, tan apasionante.
Debemos ser conscientes del importante rol que tenemos en el desarrollo de las tecnologías que están ayudando a configurar el abogado del mañana.
Mientras más nos impliquemos, mejores soluciones nos brindará la industria.