01 junio 2018

No hables mucho, que yo te escucho

Iñigo JiménezPor Iñigo Jiménez, experto en movilidad de RedAbogacía

En los últimos años está habiendo un auge de los llamados asistentes digitales virtuales (en el 2018 se espera un volumen de 5.216 millones de dólares y en el 2021 se espera que esta cifra se multiplique por tres).

Gracias a estos asistentes, haciendo uso del lenguaje natural, podemos realizar múltiples acciones como: consultar la agenda, reservar un taxi, consultar la predicción del tiempo, consultar el estado del tráfico hasta el trabajo, escribir un mensaje a nuestro jefe indicando que ya tienes listo el informe, realizar la compra de un producto. Incluso podrías hasta interactuar con los elementos de tu casa, como encender las luces del salón, poner la calefacción o cambiar el canal de la televisión.

Parece ciencia ficción pero hoy en día es una realidad que nos podemos encontrar en cualquier hogar, pues los avances en el procesamiento del lenguaje natural y en los procesos de machine y deep learning hacen que estos sean cada vez más útiles y más sencillos de usar.

Estos asistentes se encuentran plenamente integrados en los propios dispositivos móviles y en dispositivos de diversa índole como altavoces, electrodomésticos e incluso ya empiezan a estar integrados en los automóviles.

Pero, ¿cómo funcionan estos asistentes?

Estos asistentes personales están permanentemente escuchando esperando unas palabras clave para su activación.

En cuanto se activa el asistente, ya podemos establecer una conversación con este. El asistente recoge la frase que hayamos dicho y la interpreta.

Para interpretarla, la mayoría de los asistentes remiten la frase a sus servidores y estos son los que se encargan de interpretarla y posteriormente ejecutar las acciones asociadas al texto interpretado.

Pero, ¿somos conscientes del peligro de dichos asistentes?

ACTIVACIÓN SIN CONSENTIMIENTO

Al estar permanentemente escuchando nuestras conversaciones se corre el peligro de que alguien que está en casa, e incluso conversaciones emitidas en las televisiones o en las radios, pueda activar el asistente y realizar alguna de las acciones sin que nosotros la hayamos solicitado.

Como claro ejemplo lo que ocurrió recientemente en un programa de televisión estadounidense: uno de los colaboradores estaba narrando un caso en el que unos niños estaban jugando y uno de ellos dijo “Alexa, cómprame una casa de muñecas”. Al finalizar el programa empezaron a recibir múltiples llamadas de los telespectadores indicando que su asistente digital personal había realizado automáticamente la compra de dicho artículo.

GOLOSINA PARA LOS HACKERS

Gracias a que los micrófonos que usan los asistentes son muy sensibles, pueden escuchar frecuencias no perceptibles por el oído humano.

Recientemente se han hecho demostraciones de cómo un atacante, mediante el uso de frecuencias inaudibles para el oído humano, ha sido capaz de activar el asistente y tomar el control del mismo.

PELIGROS DE ESPIONAJE

Han salido a la luz varios casos en los que fuerzas policiales han conseguido tener acceso a los micrófonos de un asistente integrado en un automóvil, pudiendo acceder a conversaciones en los que se hablaban de acuerdos de drogas, consiguiendo posteriormente su detención e incautación de dicho material.

¿Qué podemos hacer para protegernos?

  • Cuando estés fuera de casa, mantén el asistente siempre apagado (o bien haciendo uso de un botón, si este existiera, o bien directamente desenchufándolo)
  • Nunca proporciones datos personales al asistente: DNIs, números de teléfono, números de tarjetas de crédito, contraseñas, etc.
  • Configura la privacidad del asistente, evitando que las conversaciones se queden permanentemente grabadas en los servidores.
  • Configura las opciones de seguridad del asistente: impide por defecto que se efectúen las compras o bien establece un PIN adicional cada vez que se intente.
  • Si el asistente lo permite, cambia la/s palabra/s de activación por defecto.

Así que si usas cualquier asistente digital personal, puedes hablar mucho, pero ten cuidado con lo que hablas, porque yo te escucho.

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