12 enero 2022

¿Por qué el diseño de productos salvará a los abogados?

Laura FauqueurPor Laura Fauqueur
TWITTER @laurafauq

Ya hemos hablado aquí del diseño de información hace unas semanas, y ya os anunciaba que esta faceta – el design thinking aplicado a los textos jurídicos, y en especial a los contratos – sólo era la puntita del iceberg de toda la revolución que esta metodología aporta al sector jurídico.

Pues bien, hoy vamos a ahondar en otro uso de lo que en castellano se llama “pensamiento de diseño”: el diseño de productos.

Y trataré de convencer al lector que esta práctica se convertirá en su mejor aliada si quiere lanzarse a la piscina de la innovación, del legal tech, o sencillamente que quiere desarrollar productos – que no necesariamente tienen que ser digitales – para sus clientes.

Recordemos que el design thinking es una metodología que permite resolver retos y problemas con soluciones creativas y centradas en el usuario.

Los valores principales de esta metodología son:

– la empatía

– la creatividad

– la iteración

– la colaboración

Las actividades principales del design thinking son:

  1. Una fase de descubrimiento dónde buscamos información y documentamos el problema que queremos resolver, los distintos usuarios, para luego interpretar esta información y formular la integridad del problema a resolver (llamo esta fase la del inspector de policía).
  2. Una fase de ideación dónde buscamos muchas soluciones “fuera de la caja”, fomentando el pensamiento divergente para resolver nuestro problema (llamo esta fase la del científico loco).
  3. Una fase de prototipado en la que construimos un esbozo de solución que a continuación probamos con nuestros usuarios, y mejoramos en función de los retornos que nos hacen (llamo esta fase la del sastre).

El diseño de producto se emplea de forma muy extendida en determinados sectores como puede ser el tecnológico y el de los bienes de gran consumo, dónde las nociones de rentabilidad, de optimización, de monetización son mucho más presentes que en el legal.

Para llevar a cabo un proceso de design thinking, solo se necesitan personas (y una gran dosis de energía):

  • Una persona formada a la metodología que hace de “facilitadora”, comparable a un maestro de juego. Esta persona – que puede ser un facilitador externo o una persona interna a la compañía o al despacho formada al design thinking – guía el grupo a través de una serie de ejercicios que le permiten cubrir los hitos de cada fase y avanzar hasta terminar el proceso, con un prototipo testado y validado por sus usuarios.
  • Un grupo de trabajo, que será lo más multidisciplinar posible, mezclando distintas funciones dentro de la empresa o el despacho y que tengan que ver que el problema a resolver. Idealmente, será compuesto por mínimo 3 personas y máximo 10 personas (cuando son más, se dividen en grupos).
  • Unos usuarios, a quienes hacer preguntas y entrevistas, y a quienes dar a probar nuestras soluciones cuando las prototipamos.

Hechas estas aclaraciones, nuestro lector puede pensar ahora: ¿pero qué tiene que ver eso con nosotros, abogados? y ¿porque me dice esta señora que eso del “disain zinkin” me va a salvar?

He aquí un ejemplo:

Imaginemos que eres abogado laboralista. Tienes varios colaboradores en el despacho.

Tus clientes tienen un problema recurrente: quieren saber cuánto cobrarán si se marchan de su empresa, o si se les despide.

Es una consulta que a ti te aporta poco valor como profesional pues se trata de hacerles el cálculo y de cobrarles poco por ello. Sin embargo, no te puedes permitir rechazar este tipo de encargo, pues si el asunto prosigue, sí que te interesa intervenir en la posterior negociación con la empresa (o con el trabajador, si tu cliente es la empresa).

Así que te preguntas: ¿Cómo cubrir esta necesidad real de mis clientes, de una forma que me siga aportando trabajo, pero que me sea rentable y sobre todo, que les guste a mis clientes y que sus dudas queden resueltas sin necesidad de mi intervención?

Es más: ¿si consigo cubrir esta necesidad con un producto asequible e incluso atractivo para mis clientes, podría convertirse en una valiosa herramienta de captación de negocio para mi asesoramiento más cualificado y valioso?

Mi amiga y comparsa de legal design Alexandra Sabbe-Ferri, que también es una brillante abogada laboralista, decidió hace unos años lanzarse en esta aventura, y en paralelo y colaboración con el despacho laboralista que dirige en Paris (Sagan Avocats), lanzó mesindemnites.com, un portal dónde trabajadores y empresas pueden obtener el cálculo de sus indemnizaciones según distintos escenarios planteados.

Pueden hacerlo además desde el anonimato de su casa, a la hora que les venga bien, por solo 19€. Si deciden pedir un asesoramiento más profundo, entran en contacto con el despacho de abogados.

Alexandra, buscando satisfacer esta necesidad para sus clientes, entendió que desarrollar un programa que calcule las indemnizaciones en base a determinados criterios era la mejor forma de hacerlo, y puso su conocimiento de las situaciones de los clientes y de la legislación laboral francesa en la herramienta.

En su enfoque de design thinking (recordad que la iteración es clave), Alexandra ya ha sacado distintas versiones de su programa, mejorándolo siempre que puede gracias a los comentarios de los usuarios, cómo un teléfono que lanza sus actualizaciones.

En paralelo al éxito de esta empresa legaltech, el volumen de negocio de su despacho de abogados está creciendo a un ritmo espectacular.

Y encima, buscando satisfacer otra de las necesidades de sus clientes en cuanto a comprensibilidad del derecho laboral y de los frecuentes cambios normativos, también empezó hace unos años trabajando con diseño de información, convirtiendo en infografías las novedades laborales más relevantes – y complejas – de Francia para que sus clientes – y sus incontables seguidores en las redes sociales – las puedan entender perfectamente. Así nació Sagan Legal Design, que provee servicios de legal design así como formación, con quien tengo el placer de colaborar a menudo.

Aquí un ejemplo muy concreto de lo que diseño de producto puede aportar a un abogado. Espero que haya servido para mostrar el lector una de las mil aplicaciones que puede tener el diseño de producto y el design thinking en su vida.

Y mientras tanto, aprovecho para desearte un año 2022 lleno de empatía, creatividad, iteración y colaboración

Continuará…

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