Innovación Legal
21 julio 2020
Quosque tandem abutere…
Por Bárbara Román
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Se puede decir más alto, pero no más claro: el sector legal es uno de los más atrasados en materia de transformación digital, especialmente si lo comparamos con otros como el financiero o el asegurador. La política de papel 0 no está funcionando, faltan medios en los juzgados, la práctica profesional es muy individualista y que la inmensa mayoría de despachos sean unipersonales o muy pequeños no ayuda en absoluto a hacer crecer un oficio, mucho menos invita a reinventarse. Si sigues este blog, es imposible que no te hayas dado cuenta de la importancia que tienen las nuevas tecnologías y la innovación en el ejercicio profesional. Es imposible que no hayas cogido en ningún momento papel y lápiz y te hayas planteado la posibilidad de dibujar tu futuro.
Ahora que estamos entrando ya en época estival, aunque los días de agosto inhábiles se hayan reducido por decreto, me gustaría que hiciéramos una reflexión sobre cuál es el panorama actual respecto a la innovación y la tecnología en el sector legal, y que cada uno saque sus propias conclusiones:
- Según el informe del Observatorio Legaltech, ya del año 2018, el 97% de los abogados encuestados cree que la tecnología s importante pero solo el 5% se considera abogado tecnológico.
- Algo maś reciente, el estudio de salud y bienestar de la abogacía de 2019 publicado por Lefebvre, en colaboración con el ISMA (Instituto de Salud Mental de la Abogacía) arrojó en sorprendente resultado de que el 30% de los abogados no volvería a serlo si pudiera elegir*.
- El 71% de las personas que ejercen la abogacía son conscientes de que la presión por mejorar y la productividad van a afectar a su organización, pero menos de un tercio considera que su organización esté preparada par afrontar esos cambios, según Wolters Kluwers y su informe “El abogado del futuro”.
- En Google existen aproximadamente 8.730.000 resultados para la búsqueda “innovación despachos pequeños”. Curiosamente, la cifra desciende a sólo 754.000 si inviertes las palabras y buscas “innovación pequeños despachos”, pero siguen siendo muchos resultados.
- En el tweet de ayer de Jorge Morell, nos contaba que un 49% de los abogados está preocupado por el futuro de la profesión, temiendo el impacto de la digitalización, la tecnología y la inteligencia artificial.
- Durante el confinamiento, se han celebrado juicios telemáticos de manera puntual en todo el territorio español. Hasta el Ministerio de Justicia ha difundido una guía de recomendaciones.
- Se cumplen 12 años de la publicación del libro de Richard Susskind “El fin de los abogados. Repensando la naturaleza de los servicios legales”. El libro prácticamente está entrando en su adolescencia.
No puedo evitar acordarme de mi querido Pepe Muelas, explicándome que la abogacía se balancea en precario equilibrio en un abismo. ¿Estamos tan metidos en modo supervivencia, que hemos olvidado levantar la cabeza y ver la que se nos viene encima? Alguna compañera me ha comentado en varias ocasiones que los abogados somos un mal necesario, ya presente durante el Imperio Romano, como si eso fuera garantía de pervivencia en una sociedad que va dejando atrás modelos de profesiones por pura obsolescencia, a la vez que los sustituye por máquinas más eficientes y veloces. No dudo de la capacidad de Cicerón para defender pleitos antes de que se pudiera cobrar por los servicios prestados, pero ¿de verdad queremos seguir tratando la profesión de la misma manera que en sus tiempos? Fue el emperador Claudio, por cierto, quien permitió que los abogados pudiéramos cobrar por nuestros servicios, eso sí, limitando la cuantía. Se ve que Competencia de aquella no estaba todavía vigilando.
Os tempos son chegados, que diría Eduardo Pondal. Sabemos que es necesario un cambio de paradigma en el sector legal, ya no solo por salud mental y dignidad profesional, sino por garantizar nuestra propia supervivencia como profesionales del Derecho. Se nos ha acabado ya el tiempo de la inercia, y se ha iniciado la cuenta atrás para la extinción de la abogacía tal y como la hemos venido entendiendo hasta ahora. Ni los profesionales debemos tolerar una infraestructura propia del siglo XIX, ni los ciudadanos deben tolerar una práctica profesional de más o menos la misma fecha. Citando a Replicante Legal, con su permiso, el tsunami profesional del que siempre habla en sus charlas ya ha llegado, es el momento de elegir si quieres ver como te arrasa (a ti, a tu despacho, a tus compañeras y compañeros de profesión) o si prefieres ir cogiendo una tabla para poder surfear la ola más grande de tu vida.
* Si el 30% de los abogados encuestados por el ISMA no volverían a serlo en un mundo con un DeLorean y algo de fluzo, que paren el mundo que nos bajamos de él.
Bárbara Román
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