29 junio 2020

Rediseñando la justicia: menos hablar y más colaborar

Laura FauqueurPor Laura Fauqueur
TWITTER @laurafauq

Coincidiendo con que estoy pasando las primeras semanas de la nueva normalidad en mi casa familiar en Provenza, he podido participar por primera vez a una Asamblea General de la Asociación Avotech, a la que tengo la gran suerte de pertenecer.

He tenido el privilegio de pasar unas horas maravillosas con algunas de las mentes más brillantes del escenario legaltech francés y la experiencia ha sido para mí tan estimulante que quiero tratar de contagiaros algo de mi entusiasmo en estas líneas.

Quienes me ha escuchado hablar en conferencias y demás saben que hace años que hablo de las incubadoras que ha lanzado la mayoría de los colegios de abogados franceses, esperando (en vano de momento…) inspirar iniciativas similares en mi país de adopción, España. Avotech, sin embargo, ha querido ir más lejos aunando fuerzas entre quienes no solo hablan de ella sino que también hacen legaltech, y fomentar el papel central y fundacional del abogado como creador y constructor de legaltech.

Desde el 2017, un colectivo de ahora 50 abogados de todas las especialidades y todas las localidades del hexágono, liderado por el hiperactivo Mathieu Davy (CEO y creador de Call a Lawyer y socio director del despacho Oria Media) se une para hacer llegar su voz más lejos, evangelizar sobre la legaltech entre los públicos más reacios, ayudarse mutuamente a vender sus herramientas, compartir stands en ferias, espacios para promocionar sus soluciones, oficinas, representación institucional, publicaciones, etc., y todo ello, ¡aunque varios sean competidores entre sí! Recientemente crearon también Young Avotech para juristas aún no abogados y otros perfiles puedan adherirse, presididos por la muy enérgica joven abogada Julie Serrier.

Reunión legal designFantásticamente acogidos por Robin Stuckey, uno de los miembros marselleses de la asociación, socio director del bufete One y creador de la legaltech Good Payeur, todos los miembros reunidos se presentaron, practicando de paso los pitches de sus productos, y a partir de ahí lo que surgiese, alentados por la pregunta que hacía el presidente a cada speaker al final de su presentación: “y ahora, ¿cómo podemos ayudarte?”.

Resulta que un par de legaltechs habían ganado juntas un importantísimo cliente y lo estuvieron contando. Otras habían decidido crear una bolsa de desarrolladores informáticos para solucionar el reto de encontrar especialistas en el sector jurídico. Una legaltech que es una plataforma de formación online encontró entre los asociados a varios expertos para impartir clases. Otros pidieron consejos para una fusión por absorción inminente entre 2 legaltechs. Quienes habían conseguido levantar millones de euros en rondas de financiación compartieron experiencias con quienes lo estaban intentando. Quienes practicamos legal design estuvimos reflexionando sobre cómo automatizar una práctica tan artesana. Los creadores de una solución de firma y almacenamiento en la blockchain iniciaron un piloto con una herramienta de puesta en relación de abogados.

A medida que discurrían las conversaciones y las presentaciones, todas más interesantes las unas que las otras, descubría que mi interlocutor era en realidad el eminente decano del colegio de abogados de la colindante Aix en Provence; que este jovencísimo chico tan humilde era en realidad el cofundador de Predictice, la legaltech de justicia predictiva más famosa y valorada del país; que este hilarante señor que me había contado cómo había creado y estrellado tantas legaltechs era en realidad el Presidente de la gran ONG Droits d’Urgence; que esta señora tan simpática era la creadora de la multi-premiada plataforma de automatización de documentos Legal Pilot, etc. Sin hablar de mi amiga y compañera de práctica de legal design Alexandra Sabbe-Feri, socia directora del despacho laboralista Sagan Avocats, creadora de mesindemnités.com y súper estrella de las infografías legales…

Ya de vuelta de esta inolvidable experiencia que nadie querría ver terminar (por ello se demoró hasta avanzadísima la madrugada…) me pregunto: ¿Y si innovar iba de colaborar? ¿Y si lo nuevo no fuese más que algo viejo poco logrado pero siempre deseado: la benevolencia?

En un entorno de supuesta fraternidad entre compañeros de profesión, pero donde, a la hora de la verdad, muy pocos profesionales comparten y muchos malmeten, y donde cada abogado y despacho guarda sus formulas supuestamente ganadoras como si fuese el secreto de la composición de la Coca-Cola, ¿por qué no innovamos siendo generosos? En esta sociedad tan crispada hacia la que hemos evolucionado, ¿existe algo más novedoso que compartir? Y si cada vez que vamos a verbalizar una crítica poco constructiva, ¿nos obligamos, como decimos los franceses, a hacer girar 7 veces la lengua en la boca antes de hablar?

Solo sentándonos a hablar a pecho descubierto detectaremos esas oportunidades de trabajo y de mejora de una justicia que todos queremos ver funcionar mejor pero que nadie nos atrevemos a soñar, no vaya a ser que nos copien otros…

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