Innovación Legal
20 mayo 2024
Talento e inteligencia artificial: ¿iguala el terreno entre abogados?
Por Jordi Estalella
TWITTER @jordiestalella
En una reciente reunión con una empresa desarrolladora de inteligencia artificial (IA) para el sector legal, uno de sus responsables manifestó que en los despachos de abogados que están adoptando la IA, los profesionales menos productivos (“más vaguetes” fue la expresión que utilizó) son los usuarios más intensivos de esta tecnología. Este dato, que puede parecer paradójico a primera vista, me hizo reflexionar sobre la relación entre la tecnología y productividad.
Diversos estudios sostienen que la IA es especialmente útil para los empleados menos competentes o experimentados, y que su repercusión en el rendimiento de los trabajadores altamente cualificados es muy baja. Este fenómeno plantea una serie de interrogantes y desafíos sobre el futuro del trabajo en los despachos de abogados y la verdadera capacidad de la IA para nivelar el terreno entre los profesionales.
La IA, con su capacidad para procesar grandes volúmenes de información y realizar análisis complejos, se convierte en un aliado indispensable para aquellos que no pueden mantener el ritmo de sus colegas más brillantes. Esto no necesariamente significa que la IA fomente la mediocridad; más bien, proporciona a estos profesionales una segunda oportunidad para mejorar su desempeño y contribuir de manera más efectiva al equipo.
La pregunta sustancial es si la IA puede realmente igualar a los abogados mediocres con los más brillantes. En términos de productividad en tareas específicas, la respuesta es afirmativa. La IA puede automatizar la revisión de documentos, la investigación jurídica y la gestión de contratos, tareas que tradicionalmente consumen mucho tiempo. Este ahorro de tiempo permite a todos los abogados, independientemente de su habilidad inicial, enfocarse en actividades más estratégicas y de mayor valor.
Con todo, la IA tiene sus limitaciones. Si bien puede mejorar la eficiencia operativa, no puede suplir la falta de capacidad de aprendizaje y de trabajo. Estas cualidades son intrínsecamente humanas y esenciales para el desarrollo profesional en cualquier campo. La IA puede nivelar el terreno en términos de ejecución de tareas, pero no puede infundir curiosidad intelectual o un deseo genuino de perfeccionamiento continuo.
La capacidad de la IA para mejorar la productividad no debe eclipsar la importancia de las cualidades humanas. La voluntad de aprender, la intención de mejorar, la capacidad de adaptarse y la interpretación correcta de factores contextuales no evidentes (por ejemplo, la incidencia de la cultura de las partes en una negociación internacional) son atributos que ninguna máquina puede replicar completamente. Estos factores son los que distinguen a los abogados excepcionales de los corrientes.
Los abogados más brillantes no solo dominan las herramientas tecnológicas disponibles, sino que también poseen la capacidad de aplicar el conocimiento de manera creativa y estratégica. La IA puede asistir en el análisis y la gestión de información, pero la interpretación de los datos y la toma de decisiones acertadas requieren un juicio humano que va más allá de los algoritmos.
En última instancia, la IA debe ser vista como una herramienta que complementa y amplifica las habilidades humanas (“abogados aumentados”, dicen algunos), y no como un sustituto de las mismas. La clave del éxito en la era digital radica en encontrar un equilibrio entre la tecnología y el talento humano, asegurando que ambos trabajen en armonía para alcanzar los mejores resultados posibles.
Nota. Partes de este artículo las he redactado o revisado con asistencia ayuda de ChatGPT.