
Blog de Derecho Ambiental
10 octubre 2016
En este periodo de déficit de noticias ambientales, pasan desapercibidas cuestiones que tienen gran relevancia, sobre todo en la comunidad autónoma en la que se producen, y que quedan sin resaltar en los medios nacionales.
Recientemente el Mar Menor, que como todos sabemos se encuentra en la Región de Murcia, ha sido objeto de comentarios por su mal estado de conservación ambiental.
Paradójicamente dicho lugar cuenta con todos los instrumentos de conservación ambiental habidos y por haber, como muy bien nos explica el abogado Eduardo Salazar en su artículo, donde pone de manifiesto la situación de conservación de ese lugar emblemático para la Comunidad de Murcia que es el Mar Menor.
José Manuel Marraco Espinós
Abogado
El Mar Menor era una laguna salada única en el sureste español y el Mediterráneo, hipersalina, oligotrófica, de 135 kilómetros cuadrados y aguas transparentes donde casi todos los murcianos y muchos extranjeros han sumergido su infancia en busca de caballitos de mar. El Mar Menor es todavía un símbolo para la economía de Murcia, una seña de identidad para el turismo, los deportes náuticos, la pesca de exquisitas especies y el patrimonio natural costero, donde confluyen en su entorno, además de estos sectores, el urbanístico y el agropecuario e históricamente el minero.
El Mar Menor tiene desde los años 90 del siglo pasado todas las figuras de conservación legal posible: humedal Ramsar, Zona ZEPIM por el Convenio de Barcelona, Parque Regional, Paisaje protegido, Área de Protección de la Fauna Silvestre y Zona de Especial Conservación de la Red Natura 2000, constituida ésta por los más emblemáticos lugares europeos. Pese a tales declaraciones y a algunos intentos de planificar su gestión, frustrados de oficio, la laguna no cuenta a día de hoy con un plan de ordenación de sus recursos naturales ni una planificación integrada. Eso sí, estudios, diagnósticos, pseudo-procesos participativos, estrategias y otras metodologías duermen en un cajón de las autoridades competentes.
Aunque desde 1980 muchos estudiosos avisaron del posible destino fatal de esta “mar chica” si no se limitaban u ordenaban los usos urbano-turísticos y agrarios alrededor de ella, las presiones antrópicas (y las advertencias científicas y ecologistas) a este gran humedal siguieron en una deriva similar a muchos tramos de costa del Mediterráneo oriental descritos por el maestro Martín Mateo en La gallina de los huevos de cemento (2007). Puertos deportivos, paseos marítimos, regeneración de playas, dragados, y la explotación alegal y contaminación por nitratos de las aguas subterráneas y superficiales asociadas a la cuenca del Mar Menor, han puesto la guinda.
Todo este cúmulo de factores que han venido operando en la laguna durante décadas, unido quizás a cambios climáticos como detonante (incremento de la temperatura del agua), que no como causa, han provocado en los últimos meses un desequilibrio trófico que ha llevado a la alarmante eutrofización de la laguna del Mar Menor. Estado que ha ido acompañado de cambios, tanto en la estructura como en el funcionamiento de la laguna catalogados por la comunidad científica como de “no retorno”. Además, entre otros efectos, el incremento en la disponibilidad de nutrientes ha favorecido el crecimiento explosivo de ciertas especies nocivas de fitoplancton (FAN), con riesgos potenciales para la salud humana.
Desde el punto de vista de las medidas adoptadas por las Administraciones competentes –en concreto el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), la Consejería de Agricultura, Agua y Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y los Ayuntamientos de Cartagena, Torre Pacheco, Fuente Álamo, Murcia, Los Alcázares, San Javier y San Pedro del Pinatar – han podido identificarse las siguientes conductas:
La sociedad civil murciana o, por lo menos, un sector creciente de la misma, se ha constituido en plataforma y se dedica a divulgar el crítico estado de salud de la laguna así como los tesoros de antaño, difundiendo el conocimiento científico y transformándolo en motor de participación ciudadana. En fechas recientes una delegación de ciudadanos –en la que se incluyen asociaciones ecologistas, pescadores y algunos agricultores-, ha instado al Comité de Peticiones del Parlamento Europeo a que tome cartas en el asunto, provocando la intervención de la Comisión Europea por el incumplimiento de Derecho de la Unión Europea y el uso indebido de fondos de desarrollo regional y local.
Por su parte el Fiscal de Medio Ambiente y Urbanismo de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia ha iniciado diligencias de investigación para determinar si existen responsables del estado actual de la laguna, ante los síntomas de delito ecológico y un panorama de contaminación difusa y omisiones relevantes por parte de las autoridades competentes.
La degradación actual del Mar Menor está sirviendo de laboratorio de la conciencia ambiental murciana y es un punto de arranque de iniciativas en clave de democracia y responsabilidad, una nueva prueba de fuego para el Derecho ambiental y la justicia ecológica.
Más información en pactoporelmarmenor.blogspot.com.es
Eduardo Salazar Ortuño
Abogado