09 abril 2018

Repensando (reflexionando) los SOAJP

¿Sabéis? Aquí en Ourense, suceden cosas raras, raras…No, no me refiero a la interpretación o aplicación del Titulo II de la Constitución en la Diputación Provincial. Si, lo del hijo que sucede al padre.

Resulta que el otro día, como todos los viernes, desde hace más de 25 años, dos miembros de la CAXPOU (Comisión de Asesoramiento Xurídico Penitenciario del ICA Ourense) subían a la cárcel (decimos subir, porque la central caxpouriense se encuentra a 130 metros de altura sobre el nivel del mar y la prisión, de Pereiro de Aguiar, a la que nos trasladamos semanalmente, está a 300 metros de altura). Cuando lo hacían en el vehículo terrestre particular de uno de ellos, desde las profundidades de la espesa niebla, se les apareció encima del parabrisas un alienígena feo como Alien, que les espetó ¿Qué sentido tiene lo que estáis haciendo?” Cuentan los compañeros que cuando iban a consultar en los manuales que llevaban en la pesada cartera, dicho ser extraño, a modo de despedida, les soltó ” No, no hace falta que me contestéis ahora, ¡lo podéis hacer después de la publicidad!“.

 El caso es que al martes siguiente, como todas las semanas, como es costumbre desde hace más de 25 años, los compañeros nos  dieron puntual conocimiento de todo lo que aconteció en la última “subida”. Claro está que los allí reunidos quedamos asustados, no por la aparición extraña, que de eso por estas tierras estamos curados, sino por la pregunta formulada…” Vaya pregunta”, “Mira éste, a estas alturas, con que nos viene…”.

GARANTISMO Y REINSERCIÓN

Uno de los nuestros, muy laborioso y ordenado profesional y estudioso de la ciencia de la abogacía, no pudo contenerse más y alegó: “.. en la página web de Derecho Penitenciario lo pone muy claro: las funciones y objetivos de los SOAJP se articulan en torno a dos conceptos: garantismo (en tanto que velan por el cumplimiento de los derechos de la población reclusa) y reinserción social (en tanto en cuanto insisten en el desarrollo de las posibilidades recogidas en la legislación)..” Además, argumenta el compañero, que dichos objetivos coinciden con lo establecido en la Constitución de 1978.

Perfecto, contesta otra compañera, la de lecturas profundas, estudiosa de la delincuencia que pretende poner el mundo de la ley allí donde no impera “pero eso no se lo cree nadie, ni siquiera la institución penitenciaria, allí dentro se hacen y se deshacen derechos al pairo, no hay intimidad, las llaves solo las tiene una parte y eso de identificar cárcel como un lugar donde se produce normalización y corrección social nadie se lo cree, es un principio meramente programático y siempre se supo que eso no es posible…La única reinserción que conozco es la del Conde de Montecristo…” .

 Despúes de un respetuoso silencio, tomó la palabra el ala socio-política del grupo. “Desde los años 70 (30.000) hasta el año 2009 (76.000) la población carcelaria ha ido en aumento progresivo como consecuencia de la política Welfarista de palo y zanahoria, punición y corrección. Fue a partir del año 2008 cuando se produce una contracción del sistema penitenciario que se traduce en notable descenso, de 76.000 en el año 2009 a 60.000 en la actualidad. No es que la punición se hiciese más blanda, sino que ahora el Estado asume la exclusión social y la criminalidad como un hecho estructural que no es posible ni deseable eliminar, no pretende combatirlas, sino simplemente gestionarlas o administrarlas y meterlas dentro de índices de aceptabilidad social… las causas y las soluciones no interesan, lo fundamental es ofrecer resultados objetivos marcados, en forma de tasas de delito, índices de crímenes, identificaciones, riesgos, etc.. con la finalidad de realizar una actividad represiva lo más eficaz posible sobre aquellos grupos socialmente excluidos, más estigmatizados y en donde se pueda ofrecer un mejor resultado en lugar de la otra delincuencia cuya persecución necesita de grandes inversiones y voluntad política (mercantil, fiscal...).

 Con todo aquel argumentario, los demás que estábamos en la reunión, teníamos la sensación de que la prestación de aquel servicio periódico a la escogida, seleccionada y filtrada población penitenciaria, no servía de nada.

CORTAR EL BACALAO

El bacalao (permisos, grados y demás situaciones) ya estaba cortado. Hagas lo que hagas, es cuestión de politica, números y protocolos. Tal tipo de delito, tanta condena. Permisos y grado a partir de tal tiempo. Actividades y derechos, según qué méritos, prisión, presupuesto o grado de participación. La cuestión jurídica apenas influye o importa. Es más, algunos tenían la impresión de que la prestación del servicio podría entenderse como un elemento legitimador del propio sistema carcelario.

Lo cierto es que ya estábamos cansados del debate, las gargantas estaban secas y el cerebro exprimido. Genial fue la propuesta del compañero que dijo “¿y si vamos a darnos un baño termal al Estanque de las Ninfas?, seguro que con sus efluvios milagrosos, en algo concluimos.

 Antes de llegar a las Burgas, en lo que parecía una discusión de bar vecinal, se escuchaba “… El sistema penitenciario español sobrepasa los 1.500 millones de euros al año,  el coste por preso y día es de 70 euros ¡¡¡¡y ya está bien!!!….¿Por qué los ancianos (que han cotizado toda su vida) tienen que pagar  la residencia y los presos lo tienen todo gratis?..”.. Y les dan trabajo, comida, calefacción y piscina. No es rentable el sistema penitenciario, las personas que cometen delitos no son merecedoras de corrección y reinserción por parte del estado, se debe controlar la criminalidad con otras fórmulas buscando un equilibrio entre los costes y los beneficios…”.

Cuando ya comenzaba a surtir efectos sobre la mente de los caxpourienses la combinación de las propiedades térmicas con las químicas, entre humos vaporosos, surgió la excelsa figura de Doña Concha Arenal exclamando: “!!!!Dejaos de pamplinas!!!, lo importante es visitar a los presos, lo peor que puede suceder es la indiferencia pública y que nadie vaya a las prisiones. Lo que da sentido al servicio es la actitud del visitador: ver y tratar a la persona presa como a un igual, modestia sentida o razonada, perseverancia, compromiso, empatía, lenguaje sin tabúes o eufemismos, conocimiento teórico, generoso, humilde, sólido y profundo de la normativa y del contexto, que permita saber con certeza por donde se anda, no mirar a la persona presa sólo con ojos profesionales y abstenerse del turismo penitenciario o científico.

 Cándido Soria Fortes

Miembro de la Comisión de Asesoramiento Xurídico Penitenciario del ICA Ourense (CAXPOU)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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