Las cosas son imposibles mientras lo parecen (Concepción Arenal)
25 enero 2017
40 años del asesinato de los abogados de Atocha. Compañeros, no os olvidamos
Luis Javier Benavides, Serafín Holgado, Ángel Rodríguez, Javier Sahuquillo y Enrique Valdevira fueron asesinados el 24 de enero de 1977 en su despacho de abogados de la calle Atocha 55 de Madrid. Alejandro Ruiz-Huerta, Lola González Ruiz, Luis Ramos y Miguel Sarabia fueron heridos gravemente.
Ayer se cumplieron 40 años de un asesinato que los convirtió en mártires de la democracia, porque hace 40 años, los asesinos trataron de acabar con la lucha por las libertades, pero consiguieron todo lo contrario. Hoy podemos afirmar que su mayor condena fue que España se convirtiera en un Estado democrático y de Derecho.
Ese crimen tuvo una respuesta pacífica, cívica y valiente de la Abogacía, del Partido Comunista, de CCOO y de gran parte de la sociedad. El entierro de nuestros compañeros fue, sin duda, una de las bases sólidas sobre las que se construyó esta democracia imperfecta que vivimos, estas libertades, a veces amenazadas, que disfrutamos, y esta sociedad desigual pero sin guerras que hemos construido entre todos.
Durante estas cuatro décadas, la Fundación Abogados de Atocha ha trabajado para que los Abogados de Atocha no sólo sigan vivos en nuestra memoria, sino que sean un símbolo para todos, representando –ahora y entonces- el valor de la lucha por la democracia, por la recuperación de las libertades, por la convivencia de todos sin exclusiones.
Pese a que han pasado 40 años, a los abogados nos sigue doliendo la memoria de las víctimas de aquella sinrazón y nos duelen las amenazas al derecho de defensa donde quiera que se produzcan.
A propuesta de la Asociación Europea de Abogados Demócratas, se determinó que el 24 de enero se celebrara en toda Europa el Día del Abogado Amenazado para denunciar la situación de abogados y abogadas cuya vida, libertad o práctica profesional corren riesgo por el ejercicio legítimo de su profesión. Este año, hemos denunciado la situación de muchos letrados chinos, perseguidos y detenidos de forma sistemática por el gobierno de aquel país desde julio de 2015. El compromiso de la Abogacía en la defensa de los Derechos Humanos nos obliga a denunciar su vulneración allí donde ocurra, porque solo con el libre ejercicio de la abogacía puede sustentarse un Estado de Derecho
Alcanzar un Estado de Derecho era por lo que trabajaban nuestros compañeros asesinados en Atocha. El día de su entierro la Abogacía institucional decidió que su memoria no se borraría de nuestras conciencias. Cada año, hemos acudido a los cementerios de Madrid y al monumento erigido frente al despacho laboralista en el que trabajaban para honrar su memoria y reafirmar nuestro compromiso con lo que representa su recuerdo.
Quiero expresar mi calurosa felicitación a Juan Genovés, autor de ese monumento, ‘El abrazo’, un símbolo hecho vida en la Plaza de Antón Martín de Madrid, por el premio que este año le ha concedido la Fundación Abogados de Atocha. Y agradezco también a los compañeros de esta Fundación el reconocimiento que a la labor del Colegio de Abogados de Madrid y del Consejo General de la Abogacía.
En este 40 aniversario se ha presentado también un libro dedicado a tres mujeres rebeldes, valientes y comprometidas, unidas por la masacre de Atocha, pero también por otras muchas cosas. “Cristina, Manuela y Paca” relata tres vidas cruzadas por la justicia y el compromiso. La memoria tiene que ser cultivada, y libros como éste –dedicado a Cristina Almeida, Manuela Carmena y Paca Sauquillo- son imprescindibles para que quienes no sepan lo que hicieron mujeres como ellas lo conozcan y para que quienes lo sabemos no lo olvidemos nunca.
La historia debe servirnos para no perder las raíces que nos unen con lo mejor de nosotros y para no volver a cometer ni permitir los mismos errores. Juntos tenemos que seguir peleando para ganar la batalla de la convivencia y de los derechos. Para que la voz de Luis Javier, Serafín, Ángel, Javier, Enrique, Lola, Luis, Miguel y Alejandro no se apague nunca. No os olvidamos, compañeros.