Las cosas son imposibles mientras lo parecen (Concepción Arenal)
08 marzo 2019
8 de marzo: Brechas reales, soluciones efectivas
El 8 de marzo no solo es un día importante para las mujeres, también lo es para toda la sociedad, porque una sociedad no puede ser democrática ni progresar si no se respetan los derechos de la mitad de su población. Hemos avanzado mucho en este ámbito, es cierto, pero queda mucho para alcanzar la igualdad real.
Es cierto que las mujeres tenemos un nivel de formación equiparable o superior a los hombres; es cierto que no existen normas que nos discriminen; sin embargo son inexplicables esas enormes “brechas” con los que tenemos que convivir a diario y es inadmisible que se normalicen porque no son “normales”.
No es normal que la presencia de mujeres escasee en los cargos de representación, en los órganos de decisión o en los puestos de poder. La presencia de consejeras en las compañías IBEX se ha frenado: tan solo el 23,74%, 3 puntos por debajo de la media de la UE.
No es normal que las mujeres ocupen los puestos con menor retribución, prestigio, estabilidad y proyección profesional. España está a la cola en oportunidades para directivas. Eso sí, las mujeres dedican dos horas más al día que los hombres en las tareas del hogar y de cuidados, unas horas extras que equivalen, nada más y nada menos, al 8,9% del PIB.
No es normal que las mujeres españolas, respecto de sus colegas hombres, trabajen sin cobrar 51 días al año y la tarea de conciliar, para ellas, claro, sea casi imposible.
No es normal que las mujeres estén más castigadas por el desempleo y que tengamos una de las tasas de paro femenino más altas de Europa.
No es normal que la mitad de la población no esté representada en los órganos judiciales más representativos, ni en los rectorados de las Universidades, ni en las organizaciones colegiales, ni en las direcciones de los medios de comunicación ni en los Premios Nobel.
No hay un solo ámbito de la sociedad en el que esta anomalía democrática no se reproduzca. Tampoco en el de la Justicia, donde las mujeres son ya el 53% de la judicatura pero solo el 27% de la cúpula de los órganos superiores. La Abogacía, donde se reproducen esas mismas situaciones, ni quiere ni puede faltar a este debate.
La igualdad es una cuestión cultural, y esta ausencia tiene como consecuencia más relevante la pérdida del talento del 50 % de la población. Me consta que desde los tribunales y desde el propio órgano de gobierno de los jueces se está haciendo un enorme esfuerzo para promover esa cultura de la igualdad y también para hacerla visible y acelerar su llegada. También la Abogacía está recorriendo ese camino, con la puesta de estudios y encuestas para conocer la realidad y la puesta en marcha en marcha de Planes de Igualdad y medidas concretas para alcanzarla
Alcanzar esta igualdad real en la Justicia es una lucha diaria y constante que abarca diversas medidas:
- Perfeccionando las leyes, que es la principal herramienta que manejan y aplican los jueces. También la Abogacía Española se ha sumado al reto de mejorar desde la ley la protección a las víctimas de violencia de género mediante el carácter preceptivo de la asistencia letrada a las víctimas de violencia de género, incluso antes de interponer la denuncia.
- Llevando la perspectiva de género al ámbito de la formación y la sensibilización. Para ello resulta imprescindible la labor del Consejo General del Poder Judicial y del Centro de Estudios Jurídicos.
- Hay que dar importancia al valor de la visibilidad para llevar la igualdad hasta el último rincón de la Justicia, desde las bases hasta las alturas.
La igualdad nos atañe a todas. Pero también a todos. No vamos a dejar de exigir que pase de la teoría a la realidad.