04 febrero 2016

Abogados de Oficio: Un trabajo impagable

Justicia GratuitaSi alguien busca en internet “Isabel Torrado Garrido”, leerá esto: “La mejor abogada que existe sobre la faz de la tierra. Fdo. Yolanda Valdivielso Cepeda :) ”

En una época en la que utilizamos más los canales de comunicación para criticar, denostar o descalificar, este comentario puede despertar nuestras suspicacias: ¿será de una amiga? ¿De alguien de su familia que le hace publicidad gratuita de esta forma? ¿Será ella misma con nombre supuesto?

Pero si indagamos un poco, enseguida conoceremos la relación existente entre Isabel Garrido y la familia Valdivielso.

Isabel era abogada, sí. Y también ejercía en el Turno de Oficio. Un día de guardia le llegó un aviso para que atendiera a tres detenidos. Allí conoció a José Antonio, hermano de Yolanda, y supo desde el primer momento que era inocente. Sin embargo, fue condenado. Isabel siguió trabajando, indagando, apelando. No se rindió nunca. Y consiguió que José Antonio fuera absuelto y quedara en libertad. Por eso, para la familia Valdivielso, es (era) la mejor abogada sobre la faz de la tierra.

Traigo aquí la memoria de Isabel Torrado, porque en los últimos días se han vertido algunos comentarios tan desafortunados como injustos en algún medio, en series de televisión y, lo que es peor, en boca de algún catedrático de Derecho, sobre el trabajo de los abogados de oficio.

Los profesionales de la abogacía asumimos la defensa de los derechos de nuestros clientes con total responsabilidad y capacidad, sin hacer ningún tipo de distinción entre los que pueden pagar los honorarios o quienes se acogen a la Justicia Gratuita. Es más, me atrevo a decir, por el conocimiento que tengo de mis compañeros del Turno, que se empeñan más, si cabe, en la defensa de las personas que tienen menos medios, precisamente porque están en una situación más vulnerable.

Si hay un elemento común entre los casi 43.000 abogados y abogadas que prestan el servicio de Justicia Gratuita es su compromiso con la justicia, con el derecho de todos los ciudadanos- todos sin excepción- a la tutela judicial efectiva. Son abogados de profesión y de oficio por vocación.

Sin su trabajo, sin su excelente trabajo, muchos ciudadanos que han perdido el empleo y están a punto de perder su casa no podrían denunciar en los tribunales las claúsulas abusivas que les impusieron; o personas que han perdido sus ahorros en preferentes no podrían reclamar, o las víctimas de violencia de género no tendrían asistencia letrada. Otros llevan casos en sumarios tremendamente complejos que les obligan a abandonar sus despachos durante meses- por ejemplo el caso Prestige- a cambio de unos pocos euros. Porque, a pesar de su formación y experiencia (es obligatorio llevar ejerciendo tres años para apuntarse al Turno de Oficio) cobran tarde y poco. Muy poco. Basta decir que el Estado invierte en Justicia Gratuita 4,81€ por habitante al año.

Y sin embargo no se dan de baja en este servicio, sino que cada año son más los compañeros y compañeras que se incorporan a él, porque tienen una clara vocación social y un innegable sentido de la justicia.

Hacen mucho más de lo que se les exige por defender los intereses de sus clientes y los de la sociedad en su conjunto. Se merecen el mayor de los reconocimientos, pero, sobre todo, el mayor de los respetos por un trabajo que es, literalmente, impagable.

Nunca dejaré de defenderles y de levantar la voz cuando alguien les ataque.

 

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