15 febrero 2016

Refugiados: Derechos Humanos y ciudadanía

Decía Hannah Arendt  en Los orígenes del totalitarismo que “cuando los seres humanos carecieron de su propio Gobierno y tuvieron que recurrir a sus derechos básicos, no quedó autoridad que los protegiera ni institución dispuesta a garantizarlos”.

Hablaba la escritora alemana de algo que conocía muy bien: ella misma llegó hasta Estados Unidos huyendo de la persecución a los judíos en Alemania y Francia y se convirtió, así pues, en apátrida.

Tal como reflexionaba hace unos días en El País Javier Rodríguez Marcos, el citado ensayo de Arendt, escrito en 1951, explica lo que está pasando con los refugiados en nuestros días: que los derechos humanos se pierden cuando se pierde la ciudadanía. O, dicho de otra manera, que la privación de los derechos humanos empieza por la privación de un lugar en el mundo.

Mucho han cambiado las cosas desde que Arendt huyó de su país. Los horrores del nazismo y la II Guerra Mundial motivaron la creación de organismos internacionales que garantizaran los Derechos Humanos de cualquier persona en cualquier circunstancia. Las personas que huyen de una guerra, de la persecución o del hambre dejan atrás familia, trabajo, hogar…pero siempre, siempre, llevan consigo los derechos que les son inherentes como seres humanos. Sin embargo, cada día se toman decisiones que nos retrotraen, inevitablemente, a épocas oscuras de la historia de Europa: puertas de viviendas marcadas para identificar a sus moradores, brazaletes, requisa de bienes, expulsiones masivas, vallas, alambradas… Miles de personas están siendo  conducidas a la muerte en su huida y, a las que sobreviven se las condena a la cosificación y en ocasiones se las criminaliza para justificar decisiones xenófobas e ilegales.

Y todo esto ocurre en países que han suscrito normas internacionales sobre asilo y refugio y, por lo tanto, están obligados a cumplirlas. No es una cuestión de solidaridad, sino de justicia. Como hemos repetido desde el Consejo General de la Abogacía, la UE ya cuenta con un acabado y completo sistema común de asilo y sólo queda que Europa sea garante de sus propias normas.

La Abogacía Española se ha comprometido a defender los derechos de los refugiados que lleguen a nuestro país. Para ello, puso en marcha un registro de abogados voluntarios a los que está dando formación especializada en asilo y refugio.

Porque vulnerar los derechos de tantos seres humanos, no es solo privarlos de su humanidad. Es expulsarnos a nosotros mismos de ella.

 

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