19 junio 2015
Formación permanente, imprescindible para la Abogacía
En muchas ocasiones he dicho que tenía tres objetivos como presidente del Consejo: el primero, la formación; el segundo, la formación y el tercero, también la formación. Y es que la preparación es fundamental para la Abogacía, porque sólo el aprendizaje permanente, excelente y especializado salvará la profesión.
La profesión de abogado es dinámica. Nuestra profesión exige una formación permanente, una actualización continua y un reciclaje casi diario. No sólo el conocimiento y el análisis de los cambios legislativos que las Administraciones acometen deben ser objeto de esta formación continua. También la preparación en materia deontológica, nuestras reglas de funcionamiento y, sin duda, conocer y estar al día acerca de las nuevas herramientas tecnológicas de las que disponemos para ejercer nuestra labor.
Es imprescindible que todos los abogados tengan la mejor preparación posible para que se cumpla el principio de igualdad. Un precepto que no será realidad hasta que la formación de jueces, fiscales y abogados sea equiparable. Sólo podremos hablar de igualdad de armas y de igualdad de partes ante la Justicia cuando exista igualdad en la formación de todos los operadores jurídicos.
Reforzar el Estado de Derecho es otra razón para exigir la mejor formación. El abogado es el primer juez, el primero que tiene que tomar una decisión sobre el asunto que presenta el cliente y cómo desarrollarlo. De hecho, en ocasiones el abogado es el único juez y el que logra que casi la tercera parte de los asuntos que entran en los despachos de abogados no se judicialicen. La preparación de los abogados es imprescindible para que cada vez sea más frecuente la resolución de conflictos a través del consejo y la mediación.
En el Consejo General de la Abogacía estamos comprometidos con la formación. Prueba de ello es la reciente creación de la Comisión para la Defensa del Estado de Derecho que, entre otras competencias, vigilará permanentemente el funcionamiento y calidad de los másteres de acceso, pero también estimulará a los Colegios para que amplíen su oferta de formación continuada. Esta Comisión unirá sus esfuerzos en esta materia con las Comisiones de Formación Inicial y Homologación de Escuelas de Práctica Jurídica, de Formación Permanente y la formación específica de Justicia Gratuita.
También hemos impulsado dos proyectos para mejorar la formación de todos. En primer lugar, el Portal de Formación, en el que los abogados tienen acceso, a lo largo de todo el año y desde cualquier lugar, a diferentes cursos y jornadas para completar y ampliar su aprendizaje. Una completa plataforma en la que se tratan temas de todos los ámbitos jurídicos. Por su parte, los Colegios de Abogados realizan centenares de cursos cada año, dando respuesta a la demanda de sus colegiados.
El segundo es el reciente lanzamiento de Inicia Abogacía, un espacio en la red para estudiantes de Derecho y jóvenes abogados que quiere convertirse en la red social de los abogados. Es una herramienta más para mejorar la preparación, con información útil sobre la carrera, el máster, las diferentes salidas profesionales y el comienzo del ejercicio profesional. Un portal que se configura como un espacio en el que escuchar opiniones e intercambiar experiencias y proyectos y en el que se acaba de abrir un debate sobre el examen de acceso, en el que os animo a participar.
En este empeño por mejorar la formación, desde hace 35 años celebramos las jornadas de Escuelas de Práctica Jurídica, que este año ha organizado el Colegio de Abogados de Toledo. Tres días en los que representantes de los Colegios de Abogados y de las Escuelas de Práctica Jurídica debaten sobre la situación de los estudios jurídicos y proponen ideas para alcanzar la excelencia que todos deseamos.
En los últimos años el acceso a la profesión de abogado ha cambiado: ya no basta con licenciarse en Derecho y comenzar a ejercer. Mi apuesta siempre ha sido que la formación para acceder a esta profesión sea eminentemente práctica. Los másteres de acceso no deben ser un curso más o una enseñanza exclusiva para aprobar el examen de acceso. Por ello es imprescindible una formación práctica, porque los estudiantes del máster deben aprender a abogar y no sólo adquirir conocimientos teóricos. Además, el máster es fundamental para lograr una formación equiparable entre todos los profesionales que participan en los procesos judiciales.
También debe agilizarse la convocatoria del examen, porque pasan varios meses desde que los graduados finalizan el máster hasta su realización, lo que genera problemas a quienes están en esta situación. Y debe garantizarse que los recursos económicos no se conviertan en una barrera para el acceso a la formación, tanto si se trata del máster de acceso como de los cursos de formación y perfeccionamiento que los letrados tienen que realizar.
Siempre se ha considerado la preparación del abogado una cuestión privada. Los congresos que se celebran periódicamente son una importante herramienta para avanzar en formación, pero tradicionalmente los preparamos desde nuestros respectivos Colegios y es muy rara la participación de actores ajenos al mundo jurídico. Esto no debería ser así. Estos congresos deben configurarse como un lugar de encuentro en el que intercambiar conocimiento de distintas áreas. Un primer paso en este sentido lo hemos dado con el reciente XI Congreso Nacional de la Abogacía, celebrado en Vitoria: la ponencia central, ‘Derecho y Ciencia’, contó con la participación de expertos en la materia científica que debatieron con juristas sobre la relación entre ambas materias.
Queremos que los estudiantes de hoy sean los mejores abogados mañana. De esta forma garantizaremos a la ciudadanía una defensa de la máxima calidad que propiciara además, una mejor Administración de Justicia.
Todos debemos colaborar para lograr la mejor formación, cada uno desde nuestro ámbito. Por ello quiero terminar esta contra con una petición: os solicito que aportéis vuestras ideas y vuestras críticas para mejorar el sistema actual, desde la entrada de los estudiantes en las facultades hasta la formación continua de los abogados en ejercicio. No escatiméis en exigencia en vuestras propuestas, porque la formación que reciben los futuros abogados en España debe ser la mejor y más eficiente de Europa para garantizar a los ciudadanos la mejor defensa, prestada por los mejores abogados.