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MICRORRELATOS SOBRE ABOGADOS
“TOÑO, ABOGADO”
GANADOR DE LA VIII EDICIÓN DEL CONCURSO
DE MICRORRELATOS SOBRE ABOGADOS
José Manuel Pérez Pardo de Vera, letrado
del Banco de España de Madrid, fue ele-
gido ganador de la VIII edición del Con-
curso de Microrrelatos sobre Abogados
organizado por el Consejo General de la
Abogacía Española y la Mutualidad, con
su relato “Toño, abogado”, haciéndose
así con el premio final, dotado con 3.000
euros. Su relato había sido seleccionado
como el mejor en el mes de junio.
Natural de Santiago de Compostela y
de 40 años de edad, llevaba participando
en el concurso desde enero del año pasa-
do. Según señaló, supo de su existencia
porque ha trabajado en varios despachos
Madrid y en la revista de uno de ellos pu-
blicaron una noticia del concurso. Desde
ese momento, se interesó y le gustó la
iniciativa así como la temática.
El autor compuso el relato a raíz de tres
ideas: la primera, el drama de la actual
crisis de refugiados. La segunda, que mu-
chas de las personas que huyen de África
son enterradas sin datos. Y la tercera, es
la más personal: “perdí a un amigo de la
infancia cuando tan sólo tenía 18 años
en la Ría de Arousa y también se llamaba
Toño”, declaró el autor que quiso rendir
así un homenaje a su compañero.
El jurado, compuesto por Antonio Ga-
rrigues Walker, Fernando Grande- Mar-
laska, José María Pérez “Peridis”, Enri-
que Sanz, Joaquín García-Romanillos,
Luisa Jaén, jefa de Prensa de la Mutua-
lidad de la Abogacía; Victoria Ortega,
presidenta del Consejo General de la
Abogacía Española; Jesús López- Are-
nas, consejero del Consejo General de la
Abogacía Española; y Francisco Muro,
director de Comunicación y Marketing
del Consejo General de la Abogacía Es-
pañola, eligió este relato como ganador
por su temática y la forma de tratarla, así
como por considerar que es el que mejor
representa una historia humana sobre
abogados hilando con acierto las cinco
palabras obligatorias de ese mes –en su
caso refugiado, campo, mar, alambrada
y abogado. En esta edición se han recibi-
74 _ Abogacía Española _ Diciembre 2016
GANADOR ANUAL TOÑO, ABOGADO
Hacía tiempo que de nuestro modesto camposanto se habían adueñado las lápidas
sin nombre. Tras el anonimato de cada una de ellas, siempre el mismo protagonis-
ta trágico: un refugiado forzado a acudir prematuramente a su cita con la muerte.
En el mar o hacinado en un campo con la esperanza deshilachada entre las púas
de una desgarradora alambrada.
Mi amigo Toño no soportaba aquello e investigaba cuanto podía para poder
escribir sencillos epitafios sobre aquellas lápidas. “¿Sabes? –me decía a veces–, yo
no tengo Derecho, pero, en cierto modo, soy su abogado. Les defiendo del olvido
y la indiferencia. ¿A que en tus pleitos nunca has tenido oponentes tan duros?”.
Hace dos meses me enteré de que, en una operación de rescate, una ola se lo
había tragado. Siempre que voy a visitarle sonrío al leer la sencilla inscripción que
preparé para él: “Toño, abogado”. Le habría gustado.
do casi 8.000 relatos, batiendo de nuevo
todos los records de participación.
Hasta que se convoque la IX Edición en
enero, en el micrositio www.microrrela-
tosabogados.com pueden consultarse to-
dos los relatos seleccionados y ganadores
de las ocho ediciones que lleva celebra-
das el Concurso. l
GANADOR DE SEPTIEMBRE
FUTURO IMPERFECTO
Abogado, su alegato –dice el juez.
Creíamos que el apocalipsis robótico
consistiría en hordas de robots asesi-
nos rebelándose contra los humanos.
Está grabado en el inconsciente colec-
tivo del pueblo. Pero no ocurrió así. La
mecanización condujo al hombre a una
carrera que no podía ganar. Si un robot
podía hacerlo resultaba más barato y
se quedaba el trabajo. Recepcionistas
robóticos, máquinas expendedoras de
billetes, robots domésticos, banca on-
line, trenes sin conductor…Los robots
llegaron, lenta y discretamente, y nos
sustituyeron. Ahora ellos tienen el po-
der. Es la tarifa a pagar por el estado
del bienestar. El de unos pocos, claro.
Echarle encima cincuenta kilos de pi-
mienta a su jefe no estuvo bien, seis
días después todavía sigue estornudan-
do. Pero ¿quién no comprendería el
dolor y la frustración de ser sustituido
por un brazo electrónico después de
veinte años envasando especias? Dos
luces parpadean en la cabeza del juez.
Ya hay veredicto.
l Sebastián Trías Salom.
GANADOR DE OCTUBRE
EL DÍA QUE DECIDÍ SER ABOGADO
Era una prueba imperceptible como el
más fino ultrasonido y sin embargo allí
estaba ella con su dedo fiscal en una
mano y el verdugo “Zapatilla” presto
para el garrote en la otra. El juicio era
sumarísimo. Lo peor de todo es que no
tenía defensa posible, puesto que en el
lugar de los hechos sólo estábamos ella
y yo, y es obvio que ella no había sido.
El asunto era peliagudo, faltaban 10
galletas de la caja que habíamos pre-
parado anoche para llevar a la abuela
por su cumpleaños. Por desgracia no
había nadie para testificar a mi favor, y
a pesar de pedir la última palabra, ella
decidió la inadmisión. Estaba senten-
ciado. Sea, agaché la cabeza sabiendo
de su puntería y que no habría fallo,
el golpe sería certero, como siempre,
pero de repente entró ella y solicitó mi
absolución.- Indicios mamá, no puedes
condenar por indicios..
l Rafael Busto Cuiñas.