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OPINIÓN
EL ARTE DE SENTENCIAR (y V)
QUÉ ESPERA
EL ABOGADO
DE UNA
SENTENCIA su cabeza que la norma no se ajustara a su concepto de
justicia material, e insistieron en continuar con el pro-
cedimiento a pesar de mi asesoramiento inicialmente
contrario. Su contestación, como muchas otras veces me he te-
nido que oír era: que me diga un juez que no tengo
razón. Y tan desesperados estaban, tanto, que antes de con-
testar a la demanda les recibí no menos de seis veces
en mi despacho. Acudían sin previa cita cuando, como
aquel dice, «se lo pedía el cuerpo», a exponerme ideas
cada vez más peregrinas que sirvieran a su defensa, sin
resistirse a tirar la toalla, llevados por un alto concepto
de justicia cuasi divina, y convencidos de que el Juez
ejercería de una suerte de justiciero que vengaría su
nombre. Esas reuniones en el despacho eran improductivas al
objeto que nos ocupaba; se trataba de largos y tediosos
encuentros en los que simplemente me sentaba en mi
mesa frente a los confidentes y oía una vez tras otra la
ay tareas arduas y complicadas, y
misma historia, que cada vez deformaban más, en aras
luego está la que me ha sido enco-
a encajar la realidad en un precepto legal inexistente
mendada: definir qué espera un abo-
que les diera una salida. Eran pues sesiones yermas en
gado de una Sentencia.
las que no ejercía de abogado, sino de confesor, psi-
Algún compañero rápido de inge-
cólogo… casi amiga, y que precisamente por eso, me
nio me contestaría que de una Sen-
sentía moralmente incapaz de atajar.
tencia espera ganarla; y no le faltará cierta lógica pues
Los compañeros saben bien a qué me refiero. Mu-
hay quien piensa que una sentencia no es
chas veces los clientes solo buscan ser
más que su fallo; que nada importa salvo
escuchados, comprendidos, e incluso
que sea estimatoria de sus pretensiones y
consolados. Falta una asignatura en la
con condena en costas a la parte contra-
carrera que nos enseñe a manejar y so-
ria, por supuesto. De hecho, hay letrados
brellevar (acabas asumiendo el problema
que me han confesado entre bambalinas
de tus clientes como propio) esta parte de
que no leen ni los antecedentes de hecho,
nuestro trabajo que, por otro lado, es qui-
ni los fundamentos de derecho. “¿Para
zás la más importante, aun excediendo
qué?”, me dicen.
nuestra función profesional.
CRISTINA LLOP
Pues bien, sin ánimo de ser el verso
Trajeron a mi despacho toneladas de
VELASCO suelto, y sin que ello signifique que no
papeles (tickets, notas manuscritas en
Consejera del
me guste ganar -que me gusta, y mucho-,
trozos de papel a veces ilegibles, fotoco-
Consejo General
yo, particularmente yo, pediría -exigiría-
pias de documentos, escrituras…); tone-
de la Abogacía
Española y
en una sentencia dos cosas más al menos:
ladas que revisé y discriminé buscando
ex presidenta
motivación y respeto.
cómo darles la solución ansiada y entre
de la Confederación
Me intentaré explicar con una breve
las que, finalmente, apareció un mínimo
Española de
historia. halo de esperanza. Un documento que
Abogados Jóvenes
Érase una vez unos clientes que
me abría por fin una vía.
(CEAJ) acudieron a mi despacho buscando
Dediqué horas, días, semanas a pensar,
una solución a un problema jurídico;
ya no en cómo presentar su historia de
era una pareja joven, con tres niños, que vivía -más
forma y manera que pudiésemos “ganar” -que tam-
bien, malvivían- de un único sueldo y que habían sido
bién-, sino simplemente en cómo trasladarle al Juzga-
demandados como consecuencia de lo que consideraban
dor el problema de trasfondo que subyacía en el litigio
era una “injusticia”, a pesar de responder a lo que les
que tanto tiempo me había llevado a mi aprehender
expliqué era inicialmente legal. La estimación de la
con el anhelo de que, gracias a ese documento y un
demandada suponía, resumiendo, que se quedasen sin
poco -o mucho- de ingenio, llegase a la misma conclu-
su vivienda familiar.
sión a la que había finalmente llegado yo, o al menos,
Mis clientes, personas legas en Derecho, no enten-
que pudiera dictar una suerte de resolución salomóni-
dían mis razones. No revelaré los detalles del asunto en
ca que salvase del hundimiento total a mis clientes. Da
aras al secreto profesional, solo diré que no entraba en
mihi factum, dabo tibi ius.
H 34 _ Abogacía Española _ Mayo 2017