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EL ARTE DE ABOGAR III
Abordamos en este número la quinta
entrega de la serie sobre “El Arte de
Abogar”, que comenzamos en la revista
número 104, correspondiente a junio
de 2017. En esta ocasión, publicamos
cuatro nuevos artículos que se unen
a los diez ya incluidos en las entregas
anteriores y que se pueden consultar
en la web web www.abogacia.es:
l “De cómo tender la mano a
alguien para que no sea burlado ni
en su yo ni en su Derecho” (Jesús
López-Arenas González)
l La ética del abogado (Rafael
del Rosal García)
l Las 7 claves para presentar
una demanda (Manuel Pacheco
Manchado) l El compromiso de los abogados
con la defensa de los consumidores
(Eugenio Ribón Seisdedos)
l El arte del abogado para manejar
los tiempos (José R. Chaves)
l Abogar en la jurisdicción social
(Manuel de la Rocha Rubí y Bernardo
García Rodríguez)
l Ars defendendi (Memorias de un
abogado penalista) (José Ricardo
Palacio Sánchez-Izquierdo)
l Abogar en la mediación, el deber
de concordia (Arturo Almansa)
l Abogacía Pro Bono: cambiar
el mundo también es cosa de abogados
(Carmen Pombo Morales)
l La palabra: instrumento necesario
para el ejercicio de la abogacía (Rafael
Guerra González)
OCHO MANERAS
DE ARRUINAR
UN ESCRITO DE
ALEGACIONES N
O DA IGUAL
Los escritos de alegaciones en el proceso ci-
vil son un momento privilegiado en el que el
proceso (y el Juez) mira de frente a cada una
de las partes. En ellos manda el abogado, sin
más limitaciones que las normas imperativas
del proceso. Los esfuerzos deben orientarse no a rellenar bien
un formulario ni a adaptarse un molde, sino a construir un texto
convincente. Para ello existe una condición previa: el convenci-
miento de que no da igual cómo se haga. Combatamos el tópico
de que la victoria o la derrota en el pleito tienen mucho de
lotería judicial. Las posiciones procesales no se defienden por sí
mismas, y esgrimirlas de una manera o de otra, al menos en los
casos de cierta complejidad, tiene consecuencias. Por lo general
la culpa de una derrota no es del árbitro.
Hay otra manera de decirlo: cada escrito es sólo un elemento
de la contradicción, y debe concebirse como un artefacto apto
para el combate. No es buena técnica la de construir un discur-
so cerrado y ensimismado, plano o simplemente “correcto”. Se
ha de tratar de un relato que pueda resistir al que la otra parte
va a construir o ha construido. Los escritos no están para dejar
satisfecho al cliente, sino para convencer a un Juez más que la
parte contraria.
Nos ceñiremos aquí a señalar algunos errores que balizan los
linderos de un buen escrito 1 . Pero no tanto los errores burdos
(esos que todo el mundo identificaría), sino otros menos es-
pectaculares que funcionan como rendijas
imperceptibles por las que con frecuencia
se escapa el agua de los argumentos. Los
que quepan en el límite de 2.500 palabras
que se me ha indicado, aunque levemente
transgredido. MIGUEL
PASQUAU LIAÑO
Magistrado Sala Civil-Penal TSJ
Andalucía EL ABOGADO CONTAMINADO
POR EL CLIENTE
En la trastienda del procedimiento hay un
complejo y cuidadoso proceso de prepara-
ción del pleito por parte del abogado. El
abogado ha dialogado con el cliente, ha
contrastado sus pretensiones con el Dere-
1 Algunas de las ideas aquí expuestas sintéticamente
las desarrollo con más extensión en “Los escritos
de alegaciones en el proceso civil: argumentar para
convencer”, en Práctica procesal civil, MJ Fernández-Fígares
Morales (dir.), pp. 17-48, Ed. Tirant lo Blanch, 2015.
36 _ Abogacía Española _ Febrero 2018