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EL ARTE DE ABOGAR VI
PERO… ¿LOS JUECES ESCUCHAN?
(EL INFORME ORAL)
M enésimo juez inexperto que pasaría y les
ás de veinticinco
abandonaría en cuanto le fuera posible;
años escuchando in�
ninguna consideración, ninguna piedad,
formes, peticiones,
sonrisa de aparente amabilidad y pocas
consideraciones, esperanzas en el resultado.
brillantes alegatos y
Los funcionarios más antiguos y expe�
aburridas y erráticas
rimentados, nos advertían sobre los letra�
conclusiones te sitúan en un lugar privile�
dos y procuradores: sus capacidades, sus
giado para “juzgar” una pretensión, tras
MAR CABREJAS
manías, sus trucos y se les dividía entre
una breve exposición, con el riesgo de no
GUIJARRO fiables y no fiables, pero al final dependía
considerar el trabajo que lo respalda o los
Vocal del Consejo
de las filias y las fobias del interlocutor.
condicionantes y el contexto que yo misma
General del Poder
En los primeros encuentros, entraban
como juez pueda ayudar a crear durante el
Judicial en la sala los letrados, unos presentándo�
desarrollo de la vista.
se solícitos y preguntándonos por nuestra
Intentaré hacer una reflexión sobre lo
adaptación al lugar nuevo; otros se ofre�
vivido y experimentado, intentado situar�
cían a facilitarnos entretenimiento; esta�
me a uno y otro lado del estrado, lo que
ba el que sencillamente nos miraba con
precisará, imaginación y mucha empatía,
recelo y el patoso que hacía el comentario
por mi falta de experiencia como letrada.
más inadecuado o la proposición más re�
Procuraré ofrecer una imagen más comple�
prochable que provocaba que nos planteáramos sobre
ta de la vista y trasladar también los condicionantes y el
el terreno nuestra primera duda sobre ética judicial, sin
contexto que rodean la función de escuchar, instruirse
y luego resolver sentenciando, y ello precisará también tener código a mano para su consulta.
Uno de los primeros aprendizajes que recuerdo, tras
comprensión y empatía del lector.
escuchar los primeros meses a los letrados, fue el des�
Cuando me enfrenté las primeras veces a una sala de
concertante efecto que sus argumentos me iban produ�
vistas, mi actitud, mi escucha, eran defensivas. Aparecer
ciendo. Escuchaba el primer alegato y lo hallaba carga�
en la Sala era un acto de valentía, de mucha valentía.
do de razón sin que me representara otra solución posi�
Los jueces, en la época en que comencé el ejercicio de
ble; lo descorazonador era la sucesiva intervención del
la judicatura, año 1991, llegábamos a un pueblo, más
letrado de la parte contraria, con la que descubría una
o menos grande, tras unos pocos meses de asistencia
nueva y razonable versión; me encontraba así, en la ma�
a unas clases y pocas horas como espectadores en un
yor parte de las ocasiones, con dos posibles soluciones y
juzgado; recibíamos numerosos consejos y recomenda�
con el reto de decidir si acogía en la sentencia una, otra,
ciones, en ocasiones contradictorios, sobre nuestro ade�
una composición de ambas o ninguna.
cuado comportamiento con la curia. También recibía�
Recuerdo haber leído en una ocasión la sugestiva opi�
mos una ingente cantidad de fotocopias de numerosos
nión de un letrado, quien afirmaba que la demanda o
modelos de resolución que después consultaríamos con
la contestación, según el caso, son el primer borrador
ansia sin que, la mayor parte de las veces, se adaptaran,
de la futura sentencia. Afirmación interesante, y con
siquiera levemente, al problema que teníamos que so�
bastante razón en muchas ocasiones, aunque solo sea
lucionar. Veíamos a los letrados y procuradores como
por la propia aplicación del principio dispositivo y de
profesionales experimentados, que desconfiaban de
congruencia. nosotros y que asistían desesperanzados al estreno del
42 _ Abogacía Española _ Mayo 2018