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EN PORTADA: LA INFLUENCIA DE LA COMUNICACIÓN EN LA JUSTICIA, UN DEBATE POR RESOLVER
LAS NOTICIAS FALSAS:
SU INCIDENCIA, PROBLEMÁTICA
JURÍDICA Y SOLUCIONES
ÁNGEL JUANES PECES
Vicepresidente del Tribunal Supremo
C on fecha 26/6/2016 el periodista Carlos
Fresneda, con ocasión del Brexit, decía
entre otras cosas que “ahora después del
triunfo del Brexit, sus defensores reconocie-
ron que alguna de sus promesas de campa-
ña, entre otras la desviación de 430 millones de euros
semanales a la Seguridad Social no iba a poder cumplir-
se con la salida de la Unión Europea”. Igualmente, en
dicho reportaje se decía que “el líder nacionalista del
Ukip, había comentado que había sido un error prome-
ter que los 350 millones de libras aportación semanal al
presupuesto a la UE se iban a “desviar” para financiar la
sanidad pública”.
La franca admisión de Nigel Farage ha sacado a la
luz las manipulaciones del Brexit. Más aún uno de los
directivos de la organización que apoyó la plataforma en
favor del Brexit reconoció en la Cámara de los Comunes
que se habían utilizado noticias falsas con el fin de que
ganaran en el referéndum a tal efecto convocado las tesis
favorables al Brexit.
De este ejemplo y varios más que pueden traerse a
colación se desprende con nitidez la gravedad del fenó-
meno de las noticias falsas sobre todo por su incidencia
no ya en los derechos individuales de las personas (dere-
cho al honor y a la intimidad) sino sobre la colectividad
en general, sobre todo por su incidencia en los procesos
electorales. En suma, sobre la democracia, pues como se-
ñala el Tribunal Constitucional español en un reiterado
cuerpo de doctrina de las que son ejemplo, entre otras,
la sentencia 21/2000, de 31 de enero “la libertad de
22 _ Abogacía Española _ Septiembre 2018
información ocupa una posición especial, puesto que a
través de este derecho no solo no se protege a un interés
individual sino que su tutela entraña el reconocimiento
y garantía de la posibilidad de existencia de una opinión
pública libre, indisolublemente unida al pluralismo polí-
tico, propia del sistema democrático”.
Se trata conforme a esta doctrina, de garantizar que la
opinión pública ha de estar informada verazmente pues
solo así podrá adoptar las resoluciones oportunas, de
suerte que una información falsa afecta directamente al
derecho fundamental a formar una opinión pública libre.
En efecto, no hay duda de que el mundo actual se en-
cuentra situado ante un cambio de paradigma en las re-
laciones sociales, consecuente al imparable asentamien-
to de la sociedad digital. Como todo fenómeno humano,
este también presenta luces y sombras. Las luces son cla-
ras y de ellas todos nos beneficiamos diariamente, pero
también se van haciendo evidentes problemas y distor-
siones, como ocurre con el bien conocido fenómeno de
las llamadas «fake news», o noticias falsas, que podrían
ser tal vez identificables con más propiedad como
informaciones falaces, tendenciosas y manipuladoras.
Ahora bien, conviene insistir en que las noticias falsas
no son un fenómeno nuevo, pero sí lo es la amplitud
con que pueden reproducirse en las redes sociales. Cuan-
do hoy, en varios idiomas, se habla de noticias falsas,
nos podemos dar cuenta de la intensidad del fenóme-
no derivado de la pérdida de centralidad de la fuente
y la posibilidad de viralización disminuyen a menudo
el interés por la veracidad de la noticia y con ello de la
capacidad crítica de lectura. A lo que hay que unir que
en los últimos tiempos al usuario de las redes sociales lo
que le interesa es aquellas opiniones que coinciden con
las suyas y no la veracidad de la noticia.
NOTICIAS FALSAS Y POST-VERDAD
Es necesario previamente delimitar el concepto de noti-
cias falsas y el de post-verdad. Se entiende por noticias
falsas aquellas realizadas a sabiendas de su falsedad,
esto es sin contrastar. El elemento intencional aquí re-
sulta clave.
El diccionario Oxford eligió el término post-verdad
como la palabra internacional del año en 2016 y la
definió como las c�������������������������������������
ircunstancias en que los hechos obje-
tivos influyen menos en la formación de la opinión pú-
blica que las referencias a emociones y creencias per-
sonales. Es decir, se trata de una falsedad que continúa
siendo aceptada aún a sabiendas de que lo es.