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I CONCURSO DE MICRORRELATOS SOBRE ABOGADOS
María Venegas, Margarita del Brezo y Ángel Montoro,
GANADORES DE JUNIO, JULIO Y AGOSTO EN EL CONCURSO
DE MICRORRELATOS SOBRE ABOGADOS
M aría Venegas - consejera de la Embajada de España
en París, con un relato inspirado en “Doce hombres
sin piedad”-; Margarita del Brezo –psicóloga ceutí que
elaboró un relato sobre la importancia de “ponerse en los
zapatos” del otro- y Ángel Montoro –abogado toledano que ya se hizo
con el premio del mes de febrero de la pasada edición, con un relato
sobre las frases motivacionales que de verdad funcionan-, han sido los
ganadores de junio, julio y agosto, respectivamente, en la X edición
del Concurso de Microrrelatos sobre Abogados y pasan así a formar
parte de los finalistas para hacerse con el premio final de 3.000 euros.
Se pueden consultar las bases, los relatos seleccionados, ganadores
anteriores y el formulario de participación en www.abogacia.es y
www.mutualidadabogacia.com, a través del micrositio www.
microrrelatosabogados.com. Además, una vez acabado el plazo de presentación de relatos para el
I Concurso Escolar de Microrrelatos: “¿Qué es un abogado para ti?
¿Qué es una abogada para ti?”, pronto se darán a conocer los relatos
ganadores de cada categoría: de 6 a 9 años y de 10 a 15 años, así como
todas las novedades relacionadas.
GANADOR DE JUNIO
GANADOR DE JULIO
EL JURADO NÚMERO OCHO
METAFÓRICAMENTE LITERAL
María Venegas Grau
El abogado concluyó: -Señores del ju-
rado, una cosa es censurar una mala
relación paternofilial y otra abogar
por el castigo supremo sin pruebas
irrefutables. ¡Estamos en 1957, en los
Estados Unidos de América! Es cierto
que, según el albarán, el chico com-
pró la navaja automática, pero eso no
demuestra que apuñalara a la víctima
ni que le robara el anillo. En cuan-
to al vecino de abajo, afirma que le
oyó amenazar al padre, pero ¿cómo
puede estar tan seguro si apenas co-
noce nuestro idioma? Recuerden: en
caso de duda razonable, solo cabe el
veredicto de no culpabilidad. El juez
levantó la sesión. El jurado número
ocho fue el último en abandonar la
sala. Con su rostro impasible, su tra-
je blanco y su andar pausado, Henry
Fonda encarnaba a la perfección al
hombre que iba a dar un vuelco a las
deliberaciones. Sidney Lumet sonrió
satisfecho y gritó: “¡Corten!”. l
72 _ Abogacía Española _ Septiembre 2018
Margarita Del Brezo
En el Colegio de Abogados monta-
mos un equipo de fútbol, y entre
partidos, entrenamientos y reuniones
tácticas en el bar, los días pasaban
deliciosamente. Hasta que mi mujer
me denunció por deslealtad. Fue una
vista rápida. Solo me dio tiempo a
declarar que no había intención de
engaño en mi actitud, únicamente
amor al deporte, a nadie más, por lo
que el juez, compañero a fin de cuen-
tas, me impuso una condena leve, o
eso pensaba yo, y me fui tan feliz. Sin
embargo, jugar esa tarde fue horro-
roso, y eso que los compañeros me
perdonaron que fallase varias ocasio-
nes claras de gol. Además, siguiendo
los consejos del portero, experto en
derecho de familia, había echado cre-
ma y mojado con agua los tacones de
mi mujer para que se ajustasen mejor
a mis pies grandes, pero ni por esas.
Ponerme en sus zapatos está resul-
tando ser una auténtica tortura. l
GANADOR DE AGOSTO
ESTIMADO YO
Ángel Montoro Valverde
Helado me quedé cuando ella me
dejó por un gafapasta cultureta lec-
tor de Schopenhauer; ese prusiano
para quien la vida era dolor o abu-
rrimiento, alternativas que conmigo
tenía de sobra. Buscando respues-
tas, asisto semanalmente a la con-
sulta de mi cuñado, un “gurú emo-
cional” con olor a incienso, que por
trescientos euros la hora se dedica
a sentenciar mis actos martirizándo-
me con un glosario de frases como
”no eres héroe por lo que logras;
sino por lo que superas”. El otro día,
muy nervioso, requirió mis servicios
como abogado ante una inspección
tributaria que puso al descubierto
su sociedad pantalla, amenazando
seriamente su ingente fortuna. So-
licité la suspensión cautelar de la
deuda empleándome a fondo hasta
lograr un acta de conformidad pa-
gadera en cómodos plazos. Desde
ese día está reforzando de verdad
mi autoestima con un mantra que
repite, cabizbajo, cuando me ve:
“joder cuñao, joder, gracias”. Y no
me cobra. l