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Las recetas para limitar
el “odio expresado”
y sus consecuencias
carburante) y parece apuntar contra el
presidente Macron, ganador legítimo de
las últimas elecciones.
El odio mueve los hilos. Se convier-
te en una fuerza disruptiva. Su ceguera
da pábulo a creer en grandes soluciones
irreales y drásticas para problemas ex-
tremadamente complejos. El odio nos
susurra al oído que nosotros tenemos
razón, lo que implica que no la tienen
l odio se está convirtiendo
ellos. Nos dice que ellos nos quieren de-
en una moneda de cambio
jar sin derechos por ser quienes somos.
corriente en las sociedades
Bajo su influjo nos creemos con derecho
democráticas. Avanza impa-
a la represalia. El grito y el ataque ad
rable por las redes sociales, donde cual-
hominem sustituyen a la argumentación
quier comentario despierta potencial-
racional. Consenso es una palabra sin
mente el asco y la irritación masivas, y
brillo. “Nos odian” como antesala de
se introduce en los parlamentos a lomos
“los odio”.
de las políticas de la identidad, basadas
De forma paralela, nos encontramos
en el rencor y el desprecio, en la repre-
en un estadio superior de las políticas de
salia. Mientras escribo esto, el president
la corrección política, que arrancaron
de Cataluña anima a los comandos de
en los años noventa en Estados Unidos
acción callejera (CDR) a que actúen con
y se empezaron a implantar legislativa-
impunidad agarrando las riendas de la
mente en países europeos después de la
policía autonómica y aboga por la vía
crisis de 2008. La corrección política es
eslovena que dejó muertos en las calles.
una perspectiva que trata de limitar las
Mientras tanto se habla con
expresiones de odio contra
preocupación del ascenso
minorías y grupos sociales
de Vox en Andalucía y po-
desfavorecidos a través del
tencialmente en España: de
control lingüístico. Hunde
su apuesta por la identidad
su armazón teórico en el es-
fuerte española y excluyen-
quema social de la opresión
te, de su agresividad, por
desarrollado por Foucault y
el momento, verbal. En los
Derrida, en la perspectiva
Estados Unidos gobierna
de la hipótesis lingüística
JUAN Trump, en Hungría Orbán,
(ampliamente refutada) de
SOTO IVARS
en Italia una coalición con
Edward Sapir y Benjamin
Escritor y periodista
elementos nacionalpopu-
Lee Whorf y en las teorías
listas. En Francia, que fre-
de los estudios de género
nó por los pelos a Marine
y diversidad nacidas en los
Le Pen, la rebelión de los
departamentos de humani-
chalecos amarillos sigue
dades de las universidades
adelante después de haber
norteamericanas. alcanzado sus objetivos (la
Es decir: mientras la
supresión del impuesto del
corrección política se im-
© JEOSM
E 14 _ Abogacía Española _ Diciembre 2018
planta en las sociedades democráticas,
primero desde los departamentos de hu-
manidades de la academia, luego a tra-
vés de la prensa y más tarde, de manera
represiva, con el empuje legislativo de
los viejos partidos políticos, asistimos a
un crecimiento incontrolado de las ex-
presiones de odio en las redes sociales
y al ascenso de las posturas fuertes en
nuevas formaciones políticas capaces
de canalizar el descontento de las cla-
ses medias depauperadas hacia difusas
amenazas basadas en la identidad.
Una situación como poco paradójica
que debería empujarnos a una reflexión
urgente sobre el efecto real de las polí-
ticas del control de la expresión: ¿cómo
es posible que después de 25 años de co-
rrección política en los grandes medios
de comunicación de masas estadouni-
denses haya ganado Donald Trump las
elecciones? ¿Funciona esta receta para
limitar el odio racial y machista, o es
contraproducente? ¿CRIMEN DE PENSAMIENTO?
Los delitos de odio tienen dos vertientes:
la factual y la expresiva. Se puede atacar
con violencia física a una persona por
su condición sexual o por su nacionali-
dad en plena calle, o al colectivo de los
homosexuales o de los marroquíes con
un comentario en la prensa o las redes
sociales. Yo centraré mi crítica en el se-
gundo tipo de delito de odio puesto que
el primero no tiene discusión posible.
En 1984, George Orwell idea el con-
cepto del “crimental”, el criminal de
pensamiento, que en su distopía señala
la incapacidad de un individuo para in-
teriorizar el cinismo del “doblepensar”,
es decir, su resistencia subjetiva a sos-
tener que “dos más dos son cuatro” y
“dos más dos son cinco” al mismo tiem-
po. “Crimental” es quien no ha podido