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cine por Derecho “Doce hombres sin piedad”, la mejor película jurídica de la historia, según nuestros lectores Cuando la Justicia protagoniza la gran pantalla Por fin se conoce el veredicto. Tras varios meses de con- curso, puesto en marcha por el Consejo General de la Abogacía en la web www.abogacia.es, en la que de una lista inicial de 110 películas jurídicas se eligieron las 50 mejores y, en una fase final, de esas 50 se pidió a los usuarios que eligieran las 10 mejores, ya cono- cemos cuales son a juicio de los internautas. Y tam- bién conocemos a los ganadores de los premios que se otorgaron tras finalizar el concurso. Esther Alarcón Mora, abogada de oficio de Granollers, ha sido la ga- nadora del viaje a una capital europea, mientras que Néstor Aparicio, abogado de Ciudad Real, ha ganado el Ipad Mini. Por su parte, María Teresa Calvo Isasi y Manuel Fernández han sido agraciados con un lote de películas. Finalmente, José Angel Viñes Fernán- dez, Ana Bueno Caballero, Valdemar Álvarez, Daniel Arribas, Rosa Manrubia, Ana Isabel Domínguez Orol, Sergio Marrodán, Natalia Cañiz, Roberto Niño y Lo- urdes Hurtado Barriga, han resultado ganadores de un lote de libros sobre cine y Derecho. 68_Abogados_Febrero 2013 1. “DOCE HOMBRES SIN PIEDAD” (1957): MONUMENTO AL JURADO POPULAR (48%) Y es que, como si de la decisión de un jurado se tra- tase, los votos –un 48 por ciento- han querido que “Doce hombres sin piedad”, de Sidney Lumet, haya sido elegida como la película más votada en el con- curso, y por tanto, la considerada mejor. La película, adaptación al cine de una obra teatral escrita en principio para televisión, representa un jurado obli- gado a considerar un juicio por homicidio. La histo- ria comienza después de presentarse los alegatos finales, cuando el jurado se reúne a deliberar. El jurado debe adoptar una decisión por unanimidad sobre el caso en el que está imputado un joven acu- sado de asesinar a su propio padre. El veredicto de “culpable” implicará la pena de muerte. Aunque to- das las pruebas parecen apuntar a la culpabilidad del reo, los prejuicios y condicionantes de cada uno van quedando patentes cuando el jurado número 8 –todos ellos se denominan por un número- es el único que disiente sobre el veredicto, y consigue ir desmontando, uno a uno, los argumentos de los otros 11 miembros.