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actualidad_
ABOGADOS DE OFICIO:
SIETE HISTORIAS QUE RESUMEN
LA ESENCIA DE UNA PROFESIÓN
Texto_ Mar Hedo
En la defensa
de los más
desfavorecidos están
comprometidos en España
más de 39.000
abogados que prestan
el servicio de
Justicia Gratuita
a través del
Turno de Oficio
24 horas al día,
365 días al año,
los siete días de
la semana
Que el diccionario de la Real Academia de la Len-
gua despeja muchas dudas es una verdad evidente.
Así, bajo la voz “gaje” encontramos, por este orden,
las siguientes acepciones:
- Emolumento (remuneración adicional que co-
rresponde a un cargo o empleo)
- Prenda o señal de aceptar un desafío.
Siendo evidente que los emolumentos no son la
razón que mueve a los abogados a ejercer de oficio,
podemos concluir que los “gajes del Turno de Oficio”
tienen más que ver con lo que supone aceptar el de-
safío de que todos los ciudadanos puedan defender
sus derechos en igualdad de condiciones, sean cua-
les sean sus recursos económicos.
En la defensa de los más desfavorecidos están
comprometidos en España más de 39.000 abogados
que prestan el servicio de Justicia Gratuita a través
del Turno de Oficio 24 horas al día, 365 días al año,
los siete días de la semana. Desde luego no lo hacen
por dinero. Las Administraciones les pagan poco, mal
y tarde. Estar de guardia les puede suponer tener que
hacer decenas de kilómetros, atender casos diversos
y complejos, enfrentarse con dramas humanos e
injusticias sociales contra las que luchar puede pa-
recer una locura. Y sin embargo, ahí están: exploran-
do todas las posibilidades del derecho sin escatimar
esfuerzo y dedicación, orgullosos de hacer lo que
hacen. Aunque pocas veces los medios de comunicación
se hacen eco de sus casos, y desde luego de sus nom-
bres, en los últimos meses hemos conocido siete his-
torias que resumen la esencia de este oficio: defen-
der a los clientes con la convicción y la dignidad de
quien sabe que su trabajo permite que el Estado de
Derecho no sea, para algunos, una quimera.
SALVAR A UN INOCENTE
Isabel Torrado conoció a José Antonio Valdivielso
en los calabozos de la Plaza de Castilla de Madrid
en mayo de 2001. La policía le había detenido junto
a otros dos jóvenes acusados de dos robos en un
cajero automático, uno de ellos con apuñalamiento.
36_Abogados_Septiembre-Octubre 2013
Isabel le atendió durante su guardia en el Turno y ya
se dio cuenta de que algo no encajaba.
Todos los demás (policía, jueces, fiscales y testigos)
le señalaron cono autor de los robos, pero Isabel pe-
leó para demostrar su inocencia: encargó informes
antropométricos, intentó encontrar al verdadero
culpable, señaló las contradicciones de los testigos.
Pero José Antonio fue condenado a 13 años de cárcel.
Durante su cautiverio estuvo a punto de rendirse, de
acabar con todo. Sin embargo, Isabel seguía presen-
tando recurso tras recurso, perdiendo el sueño… No
cejó hasta que el Supremo anuló la sentencia y José
Antonio fue oficialmente declarado inocente de un
delito que nunca cometió.
Isabel sigue peleando por él. Ahora, para que el
Ministerio de Justicia pague por el daño que el error
le ha causado a José Antonio, algo que, sin embargo,
nada podrá reparar.
La abogada asegura que el día que tiene guardia
en el Turno de Oficio es un “día feliz” para ella. ” El
Derecho ayuda a entender el funcionamiento de la
vida, a conocer el mundo y estar en la vida, te ayuda a
situarte como individuo”, dice.
HEREDAR LAS DEUDAS DEL ASESINO
El caso de Juana Vacas se ha contado con detalle en
los medios de comunicación. Analfabeta y con gra-
ves problemas de audición, aceptó la herencia del
asesino de su hija sin entender que podía costarle
su casa. Ángel Orpez, el abogado que el Colegio de
Jaén designó para defenderla, lo explica así: “Juana
solo quería liquidar el Impuesto de Sucesiones, pero
el oficial de la notaría le aconsejó que además hicie-
ra la declaración de herederos y posterior aceptación
de la herencia, para recobrar la nuda propiedad de la
sexta parte del inmueble en el que vive, que era de
su hija asesinada. Juana se encontraba gravemente
afectada por la muerte de su hija. Tenía 73 años, no
sabe leer ni escribir y además padece hipoacusia se-
vera. Aceptó la herencia sin oir ni entender, sin saber
las consecuencias de lo que hacía y sin que nadie se
lo explicara”.