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Carta del editor
Una reflexión sobre
la Justicia, desde y
con la Abogacía
los abogados españoles conocen la posición
de la Abogacía sobre la Justicia. Desde hace años,
su presidente viene reclamando un Pacto de Es-
tado que acabe con los graves problemas que pa-
dece la “hermana tonta” del Estado de Derecho.
Hubo un momento, en 2001, que parecía posible
llegar a conseguirlo, pero fue un espejismo.
La situación ha ido empeorando ministro tras mi-
nistro, con alguna excepción, hasta llegar al mo-
mento actual donde la práctica totalidad de los
operadores jurídicos han manifestado por activa
y por pasiva su oposición a casi todas las reformas
emprendidas desde el Ministerio de Justicia.
Algunas de la que ya están en vigor, como la de las
Tasas, la de la Jurisdicción Universal o la reforma
del Consejo del Poder Judicial son graves errores
políticos que han provocado efectos perversos y
que tendrá que corregir el Tribunal Constitucional,
en el caso de las tasas, o el sentido común y la vi-
sión política. En algún caso, además, se han hecho
incluso contra el programa político que tenía el
Partido Popular.
Otras, como la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita
-sobre la que, finalmente se ha abierto una nego-
ciación, aunque ya veremos hasta donde llega- es
otro ejemplo de cómo se puede poner en peligro
un servicio público modélico prestado por 42.500
abogados, 24 horas al día, 365 días al año.
Algunas, como el proyecto de Ley Orgánica del
Poder Judicial, actualmente en trámite parlamen-
tario, han conseguido la práctica unanimidad en
contra, algo que era, hasta hace poco tiempo, una
misión imposible. El Consejo General del Poder Ju-
dicial, las asociaciones judiciales y de fiscales, los
TSJ, el Consejo Fiscal, la Abogacía, los partidos, los
sindicatos, los medios de comunicación, los exper-
tos, etc. han manifestado su absoluto desacuerdo
con este proyecto que, junto con otras normas,
pone en peligro la independencia y la eficiencia
de la Justicia.
El riesgo no es aumentar las listas de espera,
como en la sanidad, o bajar el nivel de calidad de
la educación o de la investigación, asuntos fun-
damentales para el desarrollo de una nación. En
este caso, el riesgo es acabar con la independencia
de la Justicia, someterla al albur del partido que
gobierna e impedir el acceso de los ciudadanos a
la Justicia y la tutela judicial efectiva de sus de-
rechos e intereses legítimos. En definitiva, acabar
con la seguridad jurídica, alejar la Justicia de los
ciudadanos y poner en peligro la propia esencia
del Estado de Derecho.
No es de extrañar que se hayan levantado innume-
rables voces que denuncian el grave error que se
está cometiendo y que, como la Abogacía, recla-
man ese Pacto de Estado que permita modernizar
de verdad la justicia y que evite desmantelar el
Estado de Derecho. Se ha dicho, en algún caso, y
por personas poco dadas al ruido mediático que la
Justicia está entrando en “un terreno de dinámicas
ciegas” y que “estamos instalados en una evidente
crisis de irresponsabilidad organizada”. O que la li-
mitación de la libertad de expresión de los jueces y
de los medios de comunicación, “resulta gratuita,
innecesaria y sin justificación razonable”.
Por todo ello, la Abogacía recoge el compromiso
del ministro de Justicia ante el presidente del Con-
sejo General de la Abogacía Española: “diálogo,
aproximación y acuerdo”. Con todos los operado-
res jurídicos y sobre todos los grandes proyectos
de ley. Si no hay diálogo, aproximación y acuerdo,
aunque la mayoría absoluta pueda imponer sus
tesis no habrá algo que merezca el nombre de Jus-
ticia. l
Junio 2014_Abogados_3