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PORTADA_ XI CONGRESO NACIONAL
DE LA ABOGACÍA VITORIA-GASTEIZ
VIERNES 8 DE MAYO 12:00 HORAS
ABOGACÍA LOW-COST: MÁS POR MENOS. ¿SOLUCIÓN,
PROBLEMA O REALIDAD?
Participantes: Alfonso Carrascosa Marco, presidente de Legalitas. Cristina Llop
Velasco, presidenta de la Confederación Española de Jóvenes
Abogados. Josep Pérez Tirado, abogado.
Modera: Martín Luis Aleñar Feliú, decano del Colegio de Abogados de Illes Balears.
MENOS COSTE,
¿MENOS CALIDAD?
CRISTINA LLOP
VELASCO Presidenta de la
Confederación Española de
Abogados Jóvenes
46_Abogados_Abril 2015
¿QUÉ PENSAMOS cuando hablamos de servicios
low-cost? Pensamos en menos calidad, pensamos
en menos servicios, pensamos en menos seguri-
dad, pero también pensamos en menos precio.
Se presume que un servicio de bajo coste impli-
ca que el cliente va a perder o sacrificar parte de su
bienestar a cambio de poder acceder a un produc-
to del que quizás de otro modo no podría dispo-
ner. ¿Es esto extrapolable a la abogacía? Vaya por
delante que, como quien me conoce sabe bien, es
mi opinión que el cliente acude al abogado como
quien recurre a un médico, muchas veces con la
percepción de que su problema podría ser trági-
camente descrito como de vida o muerte, lo que
supone un plus de responsabilidad en la atención
que ha de ofrecérsele.
En cualquier caso, y a la abogacía es aplica-
ble también, todo negocio puede simplificarse
en una básica ecuación (gracias Sara Molina por
prestármela): (precio - coste) x volumen = renta-
bilidad. Es decir, que en cualquier negocio, como
en cualquier ecuación, la alteración de una de sus
variables conlleva la del resto si lo que se pretende
es mantener el mismo resultado.
Así, si el volumen de clientes crece, el precio
del servicio podría disminuir sin alterar la renta-
bilidad; no obstante, si el volumen del negocio
decrece, el precio cobrado por el servicio debería
incrementarse para que nuestro negocio siguiese
siendo productivo o rentable.
Esto, lógicamente, con la actual coyuntura eco-
nómica es inviable. La competencia es agresiva y
en google ofrece información de manera abso-
lutamente gratuita, y en muchos casos, incluso
fiable. Me viene a la cabeza aquella intervención
del compañero Miguel Roca en la que calificaba a
google como ese “competidor incómodo”.
Dicho esto, la única opción que nos queda es
“jugar” con el coste para abaratar precios. Jugar
con lo que nos cuesta levantar cada mañana la
persiana de nuestro negocio. Alquiler, secretaría,
papelería.... ¿Podemos reducir estos gastos?
Hace 10 años, cuando yo empezaba en esta pro-
fesión, habría dicho que radicalmente no. Todavía
la abogacía tradicional, directa, personalizada, ar-
tesanal era la mejor, y ojo, la única opción.
¿Hoy? Por supuesto. Yo misma, con conocimien-
tos informáticos escasamente superiores a los
de un usuario medio, he sido capaz de diseñar
mi página web (wix.com) e incluso mi logo (con
poco más que el PowerPoint). Wordpress y blogger
además me ofrecen la posibilidad de publicar los
artículos que me interesen para darme a conocer.
Y las redes sociales (Facebook, Twitter, linkedin, en-
tre otras) me permiten darles publicidad y con ello
a mi despacho ahorrándome los altos costes que
en otros tiempos me habría supuesto contratar
un servicio de marketing. De hecho, apps como
flipboard me permiten diseñar modernas news-
letters que compartir con mis contactos y que tie-
nen más repercusión que las de papel de antaño
(CEAJ ya lo está haciendo).
Mi web podría incluso llegar a ser mi oficina a
través de la que los clientes pudieran contactarme
(cuestionario de contacto), o bien utilizar la vía del
correo electrónico, y podría pedir citas si quisieran
vía whatsapp o habilitar un sistema semejante a
cuando reservas online un restaurante desde el
tenedor.es. Incluso con un poco de tiempo y algo de “maña”
podría diseñar una plataforma vía online para que
pudieran consultar sus expedientes sin necesidad
de llamar al despacho ahorrándome tiempo que
podría destinar en estudiar más asuntos.
Secretaria para qué te quiero, si además las
cartas postales tienden a morir por mor de los co-
rreos electrónicos e incluso faxes virtuales. Coste
de papelería ahorrado.
Ahora bien, y dejo esta reflexión en el aire por-
que simplemente no tengo la respuesta. ¿Puede
nuestra profesión reducirse a una sencilla ecua-
ción matemática de ahorro de costes? ¿Podemos
detraer de ella algo tan valioso en nuestro trabajo
como el talento, la responsabilidad, incluso per-
mitaseme una licencia, el cariño y desvelo con el
que se trata a un cliente que tiene un problema?
Y lo más importante, ¿está dispuesto el cliente a
renunciar a ello por un trato más automatizado e
impersonal? Creo que quizás con tanta tecnología estamos
corriendo el riesgo de deshumanizar una de las
profesiones más humanas que existen. l