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FUNDACIÓNABOGACÍA
LA FUNDACIÓN IMPULSA
EL ACCESO A LA JUSTICIA DE MUJERES
PRESAS EN AMÉRICA LATINA
Por Macarena Eseverri Aznar
E ste año en la Fundación, dentro del marco
de nuestro trabajo como Socio Operativo del
Sector Justicia del Programa EUROsociAL II,
estamos trabajando principalmente en el Acceso a
la Justicia de mujeres privadas de libertad en Amé-
rica Latina. En un porcentaje elevado suelen ser
mujeres extranjeras y en algunos países los datos
indican el aumento en los últimos años de muje-
res de nacionalidad española, como consecuencia
de la crisis económica en España. La mayor parte
de las mujeres en prisión lo están por haber come-
tido delitos relacionados con el tráfico de drogas.
El perfil habitual es el de una mujer de mediana
edad, soltera o separada con hijos a su cargo, sin
antecedentes penales y con una situación econó-
mica grave. Hay países en dónde a estas mujeres,
generalmente “mulas”, se les aplica los mismos ti-
pos delictivos previstos para los narcotraficantes,
con penas de prisión incluso superiores a los diez
años (con independencia de la cantidad de droga
incautada, así como de otros criterios).
Desde la Fundación trabajamos en el fortale-
cimiento de las Defensorías Públicas a través de
la sensibilización y formación a los defensores y
defensoras públicos, en materia de ejecución de
la pena y de monitoreo de derechos humanos en
las prisiones. Los defensores públicos son quienes
ofrecen la asistencia jurídica gratuita a las muje-
res presas sin recursos económicos, por lo que en
la medida en que éstos hagan mejor su trabajo,
las mujeres estarán más cerca de poder acceder
a la justicia y a que se vean reconocidos sus dere-
chos. En el caso de las mujeres extranjeras, la asis-
tencia legal por parte de los defensores públicos
requiere una formación extra para saber solicitar
medidas como el traslado al país de origen o be-
neficios penitenciarios específicos.
Por desgracia, y como suele ocurrir en la ma-
yor parte de sistemas penitenciarios del resto
del mundo, la asistencia legal ofrecida durante el
tiempo de ejecución de la pena, dista bastante de
ser la mejor de las posibles. Si tenemos en cuenta
el agravio emocional que implica encontrarse sola
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en un país desconocido, la sensación de insegu-
ridad y aislamiento aumenta considerablemente.
En la misma línea de trabajo y como objetivo
complementario, acompañamos a las Defensorías
Públicas en su rol de promotoras de cambios legis-
lativos en las leyes de Tráfico de Estupefacientes,
por ejemplo para que se incluyan criterios de géne-
ro y de proporcionalidad en la determinación de las
penas. Es imprescindible que los distintos actores
jurídicos (abogados, jueces, fiscales, peritos) com-
prendamos que en muchas ocasiones esas muje-
res han sido engañadas, extorsionadas o incluso
víctimas de trata. Son el último eslabón de una ca-
dena muy poderosa y sin embargo son ellas las que
asumen las penas de prisión durante años a miles
de kilómetros de sus casas. Para evitar más realida-
des injustas es necesario que los actores jurídicos
sepamos cómo formular las preguntas a una per-
sona bloqueada por las amenazas y el miedo, como
interpretar sus respuestas, y como contextualizar
el hecho en la realidad vivida por cada mujer.
A lo largo de todo este año, desde la Fundación
vamos a continuar trabajando con las Defenso-
rías Públicas de Argentina, Chile, Guatemala, Perú,
Costa Rica, Ecuador, Nicaragua y Paraguay en
materia de justicia de género y en defensa de los
derechos de las mujeres privadas de libertad, al
amparo de las Reglas de Bangkok. A nivel regional
colaboramos con la AIDEF (Asociación Interame-
ricana de Defensorías Públicas), en la elaboración
de un Manual Regional sobre los derechos de las
mujeres privadas de libertad, desde el enfoque
de la Defensa Pública; un Manual que servirá de
marco legal en la materia a todos los defensores y
defensoras públicos de la región.
La experiencia de nuestro trabajo nos dice que
algunas de las consecuencias más traumáticas
de la crisis en España la están sufriendo muchos
españoles y españolas presos en cárceles de Amé-
rica Latina y que por muy desesperada que sea
la situación de una persona, la opción de trans-
portar droga suele terminar siendo la peor de las
posibles. l