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Carta del presidente
DESPLAZADOS: UN DRAMA ANTE
EL QUE LA ABOGACÍA NO PUEDE CALLAR
HA COMENZADO el curso político –que va a ser tras-
CARLOS CARNICER DIEZ
Los interesados en
formar parte del
registro de abogados
especializados en
inmigración y asilo
para atender a los
refugiados pueden
inscribirse rellenando el
formulario que pueden
encontrar en la página
web www.abogacia.es.
Más información en las
páginas 60-61.
cendente- pero la noticia del verano y del otoño es
la gran tragedia que asola a Europa. La cifra de des-
plazados alcanza el nivel máximo desde la II Guerra
Mundial y se calcula que las guerras y los conflictos
en Siria, especialmente, pero también en Afganistán,
Eritrea, Somalia, Nigeria y otros países fuerzan el
desplazamiento de cerca de 50.000 personas cada
día. Sólo en Siria, hay 11,6 millones de desplazados
que han tenido que huir de sus hogares, de los cua-
les 4 millones son refugiados acogidos en alguno
de los países vecinos (Turquía, Líbano, Jordania, Irak
y Egipto) y muchos de ellos están llegando ahora a
Europa. Aunque ha habido reacciones positivas, es-
pecialmente por parte de Alemania y de Austria, los
gobiernos europeos parecen impotentes para afron-
tar este problema y la Unión Europea todavía no ha
reaccionado suficientemente ante lo que no sólo
es un problema político de primera magnitud, sino,
sobre todo, una tragedia, un drama humanitario, el
más grande de los últimos setenta años.
Es una situación dramática en la que muchos de
estos ciudadanos no son gente sin oficio y sin for-
mación, que se embarcan en una patera para evitar
el hambre, -otro drama sin respuesta adecuada- sino
familias enteras, formadas por profesionales con ca-
rrera y una buena situación económica en sus países,
que huyen de la persecución, de la tortura o de una
muerte segura. Sólo en Siria, 5,6 millones de niños
-datos de Unicef- viven en situaciones extremas de
pobreza, desplazamiento y estado de sitio. Esa situa-
ción ha dado lugar, además, al tráfico de mafias que
cobran sumas increíbles a estas personas por traer-
las a Europa. Como dice Juan José Aguirre, Premio
Derechos Humanos de la Abogacía 2015, “se juegan
la vida a una carta. Y la de su familia. Es la esclavitud
de la fortuna”.
Aguirre denuncia también que para subirse en
una patera, “muchas africanas han debido ser escla-
vas sexuales de los traficantes”. Y que luego empieza
otra carrera por la vida: la de quedarse fuera de las
zonas calientes, la de encontrar un sitio para vivir en
paz, la de los papeles, la de buscar un medio para lle-
gar a los países más desarrollados de Europa.
Las imágenes que han transmitido los medios
de comunicación, especialmente la de Aylan en la
playa -ha habido muchas más muy parecidas-, han
conmovido nuestras conciencias y han obligado a
los gobiernos a reaccionar, aunque aún no sea sufi-
ciente. El espectáculo de ese camión aparcado en la
cuneta con una macabra carga de más de 80 cadá-
veres de inmigrantes muertos por asfixia, las imáge-
nes de los miles de muertos en 2015 en el Mediterrá-
neo o las de los inmigrantes jugándose la vida en el
Eurotúnel indican la degradación de una sociedad.
La pelea entre los países europeos para rechazar
acoger pequeños cupos de personas es otra terrible
muestra de lo mismo. Parece que nos hemos olvi-
dado de otros tiempos y de lo que es la solidaridad.
Los derechos humanos no se negocian, se protegen.
España –que empieza a no ignorar el problema, pero
que tiene muchos puntos negativos en el tratamien-
to del mismo cuando le afecta directamente- gasta
32 veces más en control fronterizo que en ayuda a
refugiados. Amnistía Internacional ha dicho que
“en los límites de la Unión Europea peligra la vida,
la seguridad y el derecho al asilo”. Es una situación
de emergencia que exige respuestas de emergencia
por parte de todos los Gobiernos. En Europa, claro,
pero, sobre todo en los países de origen de los refu-
giados. Respuestas para acabar con la guerra y para
dar una esperanza de vida digna a sus ciudadanos.
Como termina Juan José Aguirre, “el silencio nos
hace cómplices” y corremos el riesgo de que “el ma-
yor asesino en serie en nuestro planeta no sea la po-
breza, sino la indiferencia”.
El curso político que se inicia ahora es importan-
te porque hay retos determinantes para el futuro
de España. Pero el drama de la inmigración afecta a
nuestro presente y a nuestra conciencia como seres
humanos. También a nuestro concepto de Europa,
que está sufriendo un serio deterioro por cómo está
afrontando este problema, dilatando las soluciones.
Si no lo resolvemos con imaginación y medidas efec-
tivas en Europa y en los países de origen, aprobando
inmediatamente los cupos de acogida, establecien-
do un corredor humanitario en línea con ACNUR o la
Cruz Roja, etc., con respeto a los derechos humanos
y con solidaridad, actuando de forma individual y
colectiva, no podremos mirarnos al espejo. El Con-
sejo General de la Abogacía Española ha puesto en
marcha un Registro de Abogados especializados para
ofrecer asistencia legal a los peticionarios de asilo,
que se pondrá a disposición de las autoridades espa-
ñolas y europeas y ha creado un Comité de Crisis para
coordinar las actuaciones que se desarrollen en los
próximos días en relación con la crisis de refugiados
y desplazados. No podemos callar, vamos a actuar. l
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