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Carta del editor
LA ABOGACÍA
ANTE LAS ELECCIONES
LA PARTICIPACIÓN DE LOS CIUDADANOS legitima
los procesos políticos, pero las elecciones genera-
les del 20D necesitan, quizás más que nunca, la le-
gitimación activa y expresa de todos los ciudada-
nos. Y la Abogacía institucional la reclama desde
esta tribuna.
Son unas elecciones trascendentales porque en
ellas está en juego, además de qué partido o coali-
ción de partidos formará Gobierno para los próxi-
mos cuatro años, otros asuntos de la máxima rele-
vancia como el modelo de Estado y la ya necesaria
reforma de la Constitución, que nos afectan a to-
dos de manera directa y plena.
A la indudable crisis institucional hay que sumar
la económica, aún no superada cuando hay más
de cuatro millones de españoles que no encuen-
tran empleo y de cientos de miles de familias
en las que ningún miembro recibe un salario;
la de la confianza de los ciudadanos en sus re-
presentantes, por asuntos como la corrupción o
la falta de transparencia; la inacabada reforma
de la Administración; el sistema de financiación
autonómica y de los partidos; la llegada de los
refugiados que esta sociedad debe contribuir a
integrar solidariamente, etc.
Si nos referimos a la Justicia, las 245 leyes apro-
badas, sí, 245, en la Legislatura que termina –y
el anuncio de muchos partidos de que dero-
garán muchas de ellas y cambiarán otras-, así
como la implantación de Lexnet el 1 de enero
de 2016, con la consiguiente revolución que su-
pone, anuncian un marco poco estable que en
nada contribuye a crear confianza y seguridad
jurídica entre los actores de la Justicia y quie-
nes la demandan. Los ciudadanos, igual que los
abogados, a los que Metroscopia ha preguntado
mediante dos Barómetros de Opinión, coinciden
casi de forma unánime en reclamar una Justicia
ágil y eficiente al servicio de los ciudadanos –hoy
estamos todavía lejos- y un Pacto de Estado que
blinde la Justicia frente a intereses partidistas
y cambios permanentes. No podemos cambiar
las reglas de juego cada cuatro años o realizar,
como ha sucedido en esta Legislatura- que una
Ley como la de Enjuiciamiento Civil se reforme
en 22 ocasiones. O que se haya recurrido al real
decreto-ley en 76 ocasiones, obviando el trámi-
te de debate y mejora parlamentaria. O que la
mala praxis legislativa –sobre la que en este nú-
mero iniciamos una serie de artículos- nos lleve
a introducir reformas de tapadillo en leyes que
no tienen nada que ver con la materia que se
legisla, en dictar normas a golpe de telediario o
para “favorecer a los amigos” o a escribirlas, en la
mayor parte de los casos, de forma que ni sean
legibles ni puedan entenderse.
Es preocupante que un 60 por ciento de los espa-
ñoles piense que la situación del Estado de Dere-
cho en España es peor que el que se da en países
de nuestro entorno. Y que esa opinión negativa
haya crecido seis puntos en los últimos cuatro
años y nada menos que treinta puntos en los úl-
timos siete años. Algo debe hacer la sociedad civil
para exigir que se recupere esa confianza
Si la Política y la Justicia quieren recuperar la con-
fianza de los ciudadanos, tendrán que cambiar
muchas cosas. Pero sólo hay un camino para ha-
cerlas de forma que sea efectiva: mediante el diá-
logo con los sectores afectados. En nuestro caso,
mediante el diálogo con los actores jurídicos, en-
tre los que la Abogacía puede aportar, lo ha hecho
siempre, ideas, iniciativas, sentido común, lealtad
con el Estado y capacidad de encontrar caminos
de consenso. Y también con los ciudadanos a tra-
vés de sus legítimos representantes.
Los tiempos de turbulencia deben ser también
tiempos de esperanza, de consenso, de solidaridad
y, sobre todo, de Justicia. Ese es el compromiso. l
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