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OPINIÓN_ EL ARTE DE LEGISLAR (2)
ELISA DE
LA NUEZ
SÁNCHEZ- CASCADO
Abogada 40_Abogados_Diciembre 2015
LEGISLAR A GOLPE DE
TELEDIARIO O LEYES QUE
CAMBIAN TODOS LOS DÍAS
QUIZÁ UNO de los fenómenos más preocu-
pantes de los últimos tiempos, caracterizados
por la hiperinflación normativa, es la necesidad
que parece tener el legislador de promulgar rá-
pidamente normas complejas cada vez que hay
un suceso que alcanza una repercusión mediáti-
ca significativa. Es lo que podríamos llamar “leg-
islar para la foto” o reformar las leyes a golpe de
telediario. El problema es que la promulgación
de normas jurídicas –especialmente en ámbitos
muy sensibles, como puede ser el Derecho penal-
necesita un periodo de debate y reflexión que no
suele ser compatible con las prisas que demues-
tra el legislador cuando quiere atender un prob-
lema que ha producido un cierto revuelto en la
opinión pública, ya se trate del último caso de
corrupción, de violencia de género o de cualquier
tipo de problema social que se pueda producir.
Se confía además en el poder taumatúrgico de
unas leyes que con demasiada frecuencia no
se cumplen, bien por falta de voluntad política,
bien por falta de recursos disponibles o bien por
falta de conocimiento o por todas estas causas
a la vez, lo que genera además una frustración
creciente en la ciudadanía.
A cambio los políticos de turno pueden salir
a hacer declaraciones públicas afirmando que
se van a acabar con las demoras en los proced-
imientos judiciales porque se van a establecer
unos plazos máximos muy estrictos para dictar
una resolución judicial (como si los plazos no
existieran ya) o se va a acabar con la dispersión
normativa autonómica porque se ha aprobado
una ley de unidad de mercado. Se trata de dar
la sensación de que los problemas se atajan con
rapidez, con la tranquilidad de que días más
tarde nadie se acordará demasiado del tema y
sobre todo con la tranquilidad de que nadie en
último término va a evaluar si tanta reforma
legislativa ha servido para algo o no. De alguna
forma el legislador de turno puede tener la sen-
sación de que producir un torrente de normativa
“ad hoc” sin mucha meditación ni sosiego no
tiene, aparentemente, ningún coste.
Aparentemente. Porque lo cierto es que los
costes para el ordenamiento jurídico e incluso
para la convivencia social son muy grandes.
Porque el hecho de que la calidad técnica de
las leyes sea muy deficiente no afecta solo a
los agentes jurídicos, sino que es un problema
grave para la ciudadanía. Pensemos en el riesgo
que supone, por ejemplo, que la calidad de las
normas penales o procesales sea muy pobre. Los
costes de una mala legislación en términos de
inseguridad jurídica, errores, aumento de la ar-
bitrariedad, etc, son enormes.
DEVALUACIÓN LEGISLATIVA
En primer lugar, se produce un fenómeno claro
de devaluación legislativa similar al que tiene
lugar, por ejemplo, cuando se imprime moneda
sin freno y se genera una inflación. Las leyes
cada vez valen menos en todos los sentidos, téc-
nicamente, por supuesto, pero también desde
un punto de vista político. Si en tiempos se con-
sideraba que producir unas pocas leyes sólidas
y rigurosas en una legislatura era un gran logro,
ahora parece que hay que valorar la producción
La promulgación de normas
jurídicas necesita un periodo de
debate y reflexión que no suele
ser compatible con las prisas que
demuestra el legislador cuando
quiere atender un problema que
ha producido un cierto revuelto en
la opinión pública