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Carta del editor
¿QUÉ EUROPA ESTAMOS
CONSTRUYENDO? EN SU TOMA DE POSESIÓN, la nueva presidenta del
Consejo, Victoria Ortega, señalaba que la Aboga-
cía iba a mirar más a Europa porque allí se está
gestando el futuro derecho nacional. Pero en Eu-
ropa también se están poniendo los cimientos de
la sociedad que queremos y que debemos cons-
truir. Las últimas decisiones sobre la crisis de los
refugiados indican una tendencia de los dirigen-
tes europeos a abdicar de los principios constitu-
yentes, de las ideas fundamentales que hicieron
crecer la Europa de las libertades, de los derechos
humanos, de la construcción democrática y que
puso fin a siglos de guerras y de enfrentamientos.
La Europa sin fronteras, de las instituciones comu-
nes y de la moneda única ha sido una de los gran-
des avances de estas últimas décadas. Y el futuro
debería llevar a instituciones más fuertes y más
sólidas para, desde esa fortaleza buscada y com-
partida, hacer que, por encima de las disputas y de
los criterios mercantiles, acaben pesando más los
valores y los principios de solidaridad que son la
esencia de la nueva idea de Europa.
La Europa libre, democrática, solidaria, de 500
millones de habitantes no sólo no ha sido capaz
de integrar a un millón de personas solicitantes
de asilo, que huyen de la guerra, de la persecución
religiosa, de los abusos, de una muerte segura,
sino que ha gastado miles de millones de euros
para expulsarlos. Entre ese millón largo de perso-
nas que han llamado a la puerta de Europa hay
cerca de cuatrocientos mil niños y otras tantas
mujeres. Y de esos niños, casi cien mil viajan so-
los, sin compañía alguna. Los hay adolescentes,
pero también casi bebés, a los que sus padres han
enviado a Europa bien para una reagrupación fa-
miliar, bien para que hagan de puente hasta que
lleguen ellos, bien para que no mueran. Los Go-
biernos europeos han dado la espalda a este pro-
blema. El español sólo ha sido capaz de acoger a
18 de los 17.000 a los que se había comprometido
formalmente hace menos de un año. En Grecia y,
sobre todo, en Turquía la falta de vergüenza de la
Europa oficial debería hacernos reaccionar ante la
situación límite de cientos de miles de personas.
La Abogacía ha denunciado repetidamente esta
situación, generada en buena medida, como dice
Noam Chomsky y sabemos todos, por las propias
políticas de los países europeos y por una Unión
Europea que ha escondido en el desván sus princi-
pios constituyentes. La Abogacía está trabajando
en iniciativas que sirvan de reflexión pero tam-
bién que puedan cambiar la realidad, incluso en
los tribunales. Nadie debería quedar al margen de
esta situación. Hay que alzar la voz contra esta in-
dignidad hasta que se corrija.
Y UNA BUENA NOTICIA. Frente a esta terrible
noticia que es cada día la crisis de los derechos
de los refugiados, una buena noticia, menor en
comparación con la anterior, pero importante
porque también afecta a la mejor defensa de los
derechos de los ciudadanos. El Tribunal Superior
de Justicia de Andalucía ha fallado a favor de la
Abogacía y en contra de la Agencia Andaluza de
la Competencia, en relación con la territorializa-
ción de la asistencia jurídica gratuita y, por tanto,
considera plenamente válidos los argumentos
jurídicos defendidos por el Consejo General de la
Abogacía Española y por el Colegio de Abogados
de Málaga frente a la Agencia de Defensa de la
Competencia de Andalucía. El tribunal no sólo
anula la multa de 98.215 euros sino que condena
en costas a la Agencia.
El Consejo General de la Abogacía Española,
que ha respaldado en todo momento -por de-
cisión de su Pleno- la actuación del Colegio de
Málaga por entender que su decisión y la de to-
dos los demás Colegios respeta plenamente la
legislación vigente y la normativa en materia de
defensa de la competencia, se congratula de que
con la citada sentencia se haya reconocido que la
prestación del servicio público de justicia gratui-
ta, que realizan casi 43.000 abogados, 24 horas
al día, 365 días al año, con inmediatez y urgencia,
de forma modélica y que atiende a cerca de un
millón de ciudadanos cada año en España, no es
una actividad mercantil sino “una actividad ad-
ministrativa sujeta a derecho administrativo”, ya
que está sujeta a los límites de la propia conce-
sión y de las decisiones de las Administraciones
Públicas. Se cierra así una disputa inútil que sobre
todo, a quien no beneficia es a los ciudadanos,
que deben ser siempre el objetivo de la Justicia. l
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