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OPINIÓN_
TISA Y TTIP. UNA AMENAZA A
ESCONDIDAS PARA LAS PROFESIONES
ORIOL RUSCA
NADAL Vicepresidente del
Consejo General
de la Abogacía
Española y decano
del Colegio de
Abogados de
Barcelona. 46_Abogados_Abril 2016
LOS PARTIDARIOS DE TISA (Acuerdo sobre el Co-
mercio de Servicios) y de TTIP (Acuerdo Trasatlán-
tico de Comercio e Inversión), destacan sus virtu-
des al afirmar que están diseñados para eliminar
barreras comerciales entre diversos países del
mundo y simplificar la compraventa de bienes y
servicios. Y que su aplicación generará riqueza,
bienestar y empleo.
Sin embargo, cuando en el curso de unas ne-
gociaciones el secreto llega a convertirse en un
eje vertebrador es razonable dudar de sus inten-
ciones finales. Respecto a TISA en concreto, hasta
marzo de 2015 no se hizo público el mandato de la
UE para las negociaciones a pesar de que las con-
versaciones con Estados Unidos y otros 22 países
de la Organización Mundial de Comercio habían
empezado dos años antes.
Los ciudadanos estamos faltos de información
y transparencia sobre los tratados y las negocia-
ciones, también los profesionales del mundo del
derecho y de la Justicia a quienes la medida pue-
de afectar de manera trascendental. No olvide-
mos que se pretende liberalizar el comercio en el
ámbito de la prestación de los denominados bie-
nes y servicios “inmateriales” entre los que figu-
ran, entre otros, los jurídicos (abogados, procura-
dores notarios, registradores), servicios auxiliares
de Justicia, servicios tecnológicos o de Internet,
propiedad intelectual, transacciones electróni-
cas, firma digital, contabilidad, auditoría, asesoría
fiscal, arquitectura e ingeniería, consultoría en
ciencia y técnicas de ensayos y análisis, servicios
veterinarios y enseñanza.
En la época de la denominada “sociedad de la
información” y cuando se hace gala de la trans-
parencia como virtud democrática y de buena
gobernanza, es una lamentable paradoja que un
tratado de tanta trascendencia pueda ser “se-
creto”, porque así se estipula en las bases de la
propia negociación y que hayamos tenido conoci-
miento de su contenido gracias a las filtraciones
de Wikileaks.
El secretismo, en definitiva, parece ponernos
sobre aviso acerca de la desconfianza de los pro-
pios firmantes sobre el efecto de los tratados en
la población. Si realmente fuesen tan beneficio-
sos como se pretende hacer creer desde algunas
instituciones económicas, no tendría sentido al-
guno tanta reserva. Es fácil concluir que se actúa
así porque sólo sirven a determinados intereses
especulativos, que han convertido la desregula-
ción en el eje central de su estrategia.
MÁS DESREGULACIÓN, MENOS DEMOCRACIA
Sin duda, la desregulación significa menos poder
para el sector público y más para el privado, pero
sobre todo menos control de aquellas activida-
des que precisan de la intervención del estado. Es
necesario, por tanto, reflexionar sobre el peligro
de erosionar la democracia si las políticas son
abordadas únicamente desde la óptica de la su-
puesta idea de que el mercado tiene capacidad
suficiente para resolver por sí solo sus propias
contradicciones. Basta pensar en la responsabi-
lidad que ha tenido la desregulación del sector
financiero en la gestación de la crisis económica
iniciada en 2008 que tanto ha impactado sobre
personas, familias y empresas, creando unos im-
pensables niveles de paro, empobrecimiento y
pérdida de calidad de vida.
Las grandes corporaciones financieras, los lob-
bies que promueven el neoliberalismo más cruel
son expresión del negocio puramente especula-
tivo que se basa en el valor del dinero y su acu-
mulación sin que parezcan importar las personas,
los valores o los derechos… Las relaciones perso-
nales quedan supeditadas al mercado y el futu-
ro parece fatalmente escrito y decidido, sin que
podamos tomar otra opción. Pero las apariencias
engañan: los ciudadanos europeos queremos
definir y decidir nuestro futuro y afirmamos con
rotundidad que no es admisible que exclusivos
intereses económicos se impongan sobre las de-
cisiones que debemos tomar de forma soberana
y democrática.
Razón de más cuando las cuestiones que nego-
cian son muy sensibles y afectan a aspectos es-
enciales del estado europeo del bienestar como
son –además de la justicia- la salud, los servicios
sociales, la educación, la conservación de la natu-
raleza, el suministro de energía, la distribución de
agua, la cultura, la protección de datos y las reglas
sobre privacidad, por citar solo unos ejemplos.
¿POR ENCIMA DE LAS LEYES?
Volvamos a la “dimensión democrática” de TISA y
TTIP: quiero subrayar la gravedad de la propuesta
de crear tribunales arbitrales para dirimir posibles