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Carta del editor
DE ESPALDAS A LOS
CIUDADANOS DESDE QUE SE CELEBRARON las elecciones generales
en diciembre de 2015 y se repitieron, posteriormen-
te, en junio de 2016, los grupos políticos han sido
incapaces de llegar a un acuerdo para formar un
Gobierno y, si alguien no lo remedia, nos acerca-
mos a unas terceras elecciones que, tal vez, tam-
poco sirvan para desbloquear la actual situación.
Parece que los intereses de partidos, de sus apa-
ratos y de sus líderes priman sobre las urgentes
necesidades y los retos apremiantes que, en todos
los terrenos, tiene España, un país que necesita
salir de la crisis económica, crear riqueza y empleo
y dar solución a los problemas que se plantean en
todos los frentes: el territorial, la educación, la fis-
calidad, la economía en su conjunto, la reforma
de la Administración, las pensiones, la sanidad, el
papel de Europa y la Justicia, entre otros.
Es evidente que en dos ocasiones los ciudadanos
han dicho que no son partidarios de mayorías ab-
solutas y han lanzado a los partidos el mensaje de
que es preciso negociar y llegar a pactos. Los re-
sultados no han variado sensiblemente de una a
otra convocatoria electoral y no es previsible que
cambien radicalmente si hay unas terceras o, inclu-
so, unas cuartas elecciones. Lo único que se habrá
conseguido es perder un año, no poder aprobar
unos presupuestos, poner en riesgo la seguridad
jurídica y no afrontar todas las reformas que son
imprescindibles. Pactar es ceder para acordar. Pac-
tar ahora es posible, tal vez más que nunca, porque
ningún partido tiene la fuerza suficiente para im-
poner nada. Pactar es un ejercicio que los políticos
españoles supieron hacer en la transición y que
nos ha conducido al mayor período de democracia
de la historia de España. No tener la capacidad de
negociar y de consensuar las reformas indica un
grave deterioro de esa convivencia democrática y
una enorme falta de generosidad.
En el terreno de la Justicia, la Abogacía no sólo
viene reclamando ese Pacto desde hace años sino
que se ha puesto en marcha –con otros actores
jurídicos- para poder ofrecer a ese Gobierno que
no acaba de llegar un paquete de reformas que
permitan alcanzar la Justicia que se merecen los
ciudadanos. Lo mismo debería suceder en todos
los terrenos Decía recientemente Emilio Lledó
que “España necesita políticos decentes”. Segura-
mente hace falta algo más, porque, a pesar de la
corrupción sistémica, la mayor parte de los polí-
ticos lo son. Se necesitan hombres de Estado, po-
líticos capaces de poner los intereses partidistas
en el lugar que merecen y los del conjunto de la
ciudadanía en el lugar que es exigible siempre.
Sin duda alguna el pacto es posible, aunque eso
signifique que algunos deban dar un paso atrás,
que haya que comprometer las reformas básicas
y olvidar otras y que sea preciso fijar un límite de
tiempo relativamente corto para que todo eso se
haya hecho y, entonces sí, volvamos a una con-
tienda electoral “normal”.
Poner en riesgo el futuro de un país, el desarro-
llo que cree empleo, las reformas que nos deben
hacer alcanzar la modernidad y hasta la seguri-
dad jurídica, es muy grave. Lo importante, hoy, no
es quién alcanza el poder o cómo se reparte, sino
para qué se va a utilizar. Hoy más que nunca es la
hora de la política, de la gran política, de la que
se merecen los ciudadanos en pleno siglo XXI. La
Abogacía, que siempre ha dado muestras de bus-
car el acuerdo antes que el pleito, reclama gene-
rosidad y sentido de Estado a todos los partidos
políticos. l
Septiembre 2016_Abogados_3