Septiembre 2021 _ Abogacía Española _ 61 El abogado y el diablo Nunca me he atrevido a confesar mis pecados, mi vida ha sido una gran mascarada de éxitos y lujos. Ya nadie recuerda al abogado inexperto, recién salido de la carrera y sin despacho en donde ejercer que, por no tener, no tenía ni pobres, ni putas ni parientes con los que iniciar el ejercicio de la profesión. Y ahora, cuando recuerdo aquellos años, una sonrisa melancólica se esboza en mi frente, pensando que de nada le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma. Todo empezó con una llamada de teléfono. Un cliente solicitaba mis servicios y me pedía que me personase, tras la jornada laboral, en la calle Mare de Deu del Port 56-58 de Barcelona. En mi inexperiencia no le solicité ni cómo me había contactado, ni sobre qué era el asunto, ni el porqué de una hora tan intempestiva. Busqué la dirección indicada, y para sorpresa mía coincidía con el cementerio de Montjuic. Quise volver a contactar con el cliente, pero no tenía su número y en esa época no había móviles, por lo que opté por acudir a la cita. –Quizás era un tema de herencia-, pensé para mi tranquilidad. El autobús que me llevaba se estacionó cerca del camposanto, no había nadie, dudé, pero el conductor empezó a hacer ademán de que me bajase, era la última parada y no quería demorarse en ese lugar. Bajé sin ánimos y me dirigí a la verja de la entrada, maldiciendo mi mala suerte. Entre el polvo y la suciedad de uno de los pilares de piedra gastada por el tiempo se distinguían los restos de un deslucido azulejo que irónicamente indicaba mi lugar de destino: “Cementerio de Montjuic”. Jordi Verdaguer Leer más “Tal vez Satán puso en vos, su vista fascinadora, su palabra seductora y el amor que negó a Dios”Don Juan Tenorio- Zorrilla