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Cada día miles de refugiados huyen de la guerra, la persecución y la violencia con sólo un objetivo en mente: lograr llegar a un lugar seguro para ellos y sus familias. En lo que llevamos de año han llegado a Europa – principalmente a Grecia e Italia- más de 520.000 hombres, mujeres y niños, la gran mayoría procedentes de países en conflicto o donde se producen violaciones de derechos humanos como Siria, Afganistán, Eritrea o Irak, jugándose la vida en peligrosas travesías por el Mediterráneo. En este arriesgado intento, casi tres mil personas han perdido la vida en el Mediterráneo en lo que va de año. Estas cifras, que aumentan día a día, dan cuenta del agravamiento de la crisis de refugiados en el mundo, y ahora también en Europa, que además va pasando de un país a otro sin una solución común y coherente por parte de los Estados miembros de la Unión Europea. La decisión recientemente adoptada por el Consejo de Ministros de Interior y Justicia de la Unión Europea de reubicar a 120.000 refugiados de Grecia e Italia, que se sumarían a las 40.000 plazas previamente aceptadas, será un primer paso a paliar una parte de esta crisis. Si bien cálculos iniciales de ACNUR apuntan a necesidades bastante mayores, ahora es necesario que este programa se ponga en marcha de manera inmediata y bien coordinada por parte de todos los Estados. No obstante, a estas alturas de la crisis, un programa de reubicación, por sí mismo, queda lejos de ser suficiente para estabilizar la situación y además requiere las capacidades necesarias de acogida e integración que en muchos países no existen. Con un promedio de unas 6.000 llegadas diarias a las costas europeas, se requiere una gran inversión en instalaciones de recepción, porque es probable que, en un momento dado, varias decenas de miles de personas pudieran necesitar un techo bajo el que dormir y asistencia en las zonas de recepción. Los únicos que se están beneficiando de la falta de una respuesta europea común son las redes de tráfico y trata de seres humanos, quienes se están lucrando con la desesperación de personas que buscan seguridad. Si bien es necesaria una cooperación internacional más eficaz para acabar con los traficantes, incluidos aquellos que operan dentro de la UE, ninguno de estos esfuerzos resultará eficaz si no se facilitan mayores oportunidades legales para que las personas puedan llegar a Europa y encuentren seguridad desde el primer momento de su llegada. Al carecer de otra alternativa, miles de padres y madres refugiados seguirán arriesgando sus vidas y las de sus hijos en peligrosísimos viajes en embarcaciones de traficantes . Por ello, y como medida indispensable y prioritaria, ACNUR sigue insistiendo en la necesidad de incrementar rápida y sustancialmente las alternativas legales, seguras y dignas para los refugiados sirios acogidos en los países vecinos de Siria para que puedan acceder a la seguridad y protección internacional en Europa. Entre estas medidas se incluyen programas de reasentamiento y de admisión humanitaria, reunificación familiar más flexible, así como la concesión de visados humanitarios y para estudiantes. Si se cuenta con más opciones para alcanzar la seguridad en Europa podremos reducir el número de refugiados que se ven forzados a recurrir a las mafias para cruzar el mar y, de este modo, prevenir muertes y abusos de miles de personas. ACNUR ya ha reforzado sus recursos en todos los países europeos afectados por los actuales flujos de refugiados y está preparado para apoyar plenamente todas las medidas que tomadas por la Unión Europea para dar respuesta a la crisis actual. Ha llegado el momento de la verdad para Europa: éste es el momento de reafirmar los valores sobre los que fue construida. España, teniendo en cuenta su tamaño, población e importancia estratégica en la UE, puede mostrar liderazgo en un asunto de tal importancia capital para todos nosotros. l por francesca friz-prguda, representante de aCnur en España.