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ENTREvISTA_
un visado de turista y se vino a España. El objetivo era conseguir la residencia y un permiso de trabajo y traer a su mujer y a sus hijos. Yo era un especialista muy reconocido en mi país, tenía mi consulta particular y trabajaba en hospitales particulares. No éramos millonarios, pero vivíamos muy bien. Mi mujer era profesora y mis hijos habían hecho sus carreras. La vida en Siria era envidiable, la convivencia entre árabes y cristianos y el respeto eran la norma en una sociedad muy heterogénea: somos 29 etnias y se hablan 18 idiomas. Hay buenas Universidades, donde conviven perfectamente chicos y chicas. Siria y el Líbano eran la Suiza de Oriente. Pero estalló el conflicto, se cruzaron los intereses de las grandes potencias, luego la inhibición de todas ellas, y, finalmente, la irrupción del Estado Islámico. Entre todos han hundido el país. ¿Por qué van allí yihadistas de 80 países a combatir? ¿Por qué nadie quiere acabar con esta guerra? Cuando uno huye es porque no puede más. Y tú tomas la decisión de salir solo… Tengo muchos amigos que estudiaron conmigo, que han estado de vacaciones en mi casa en Siria. Ellos me llamaban y me decían que por qué seguía allí. Yo aguantaba. Pensaba que el conflicto no iba a durar tanto. Luego, cuando llegan las amenazas, la delincuencia, la inestabilidad política, la guerra... cuando ya no hay posibilidades de vivir, amenazados todos, y sin saber cómo acabaría, tomé la decisión más difícil de mi vida. Mi mujer acompañaba a los niños de la escuela a tomar el autobús, pero llegó un momento en que el coche de línea ya no pasaba, no se acercaba y muchos niños no podían ir a clase. Crecía el miedo. Los que podían se iban a los países vecinos, a Líbano, a Jordania, a campamentos de refugiados. Pero muchos, sobre todo la gante mayor, no se atrevían a huir dejándolo todo. Y pensaste en volver a España… Mis antiguos compañeros me mandaron una invitación. Yo era un afortunado. Me fui a Líbano, porque en damasco no hay embajada española. Solicité el visado, llevando la carta de invitación y los papeles, alegando mi situación. Cuando llegué a León viví en casa de un amigo. Estaba inquieto porque el visado tenía un plazo y si yo no volvía, mi amigo era responsable de todo y yo no quería quedarme si no era de forma legal. Gracias a otro amigo y a un abogado, Jesús LópezArenas, conseguimos un permiso de residencia y un permiso de trabajo. Me colegié en el Colegio de Médicos y un médico de León me ofreció suplencias en Adeslas y en una residencia de ancianos. No puedo trabajar en la sanidad pública por34_Abogados_Octubre 2015
“Lo único que pido es que nos apoyen para acabar con esta tragedia humana, que va a quedar grabada para la historia como la vergüenza de la civilización occidental”